🌻𝕆𝟡𝟡

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Mierda, mierda, mierda...

Suspiró nerviosamente, antes de terminar de colocar el pastel de manzana en el centro de su mesa apresuradamente, aún tenía que arreglarse.

—Ya están dormidas, alimentadas y cambiadas en su cuna, también limpié a fondo todo el segundo el piso. Debo decir que nunca, en mi dramática y corta vida, había limpiado con tanto esmero —Comentó exhausta la pelirroja mientras bajaba del segundo piso con cubetas, trapeadores y trapos colgando perezosamente de sus brazos.

—Gracias, Anne, te dejé una ración de comida en la cocina, tómalo como un bono de año nuevo —Agradeció Mikasa mientras le entregaba su pago acordado. La pelirroja tomó las monedas mirándola como si ella hubiera puesto las estrellas en el cielo.

—Es usted un ángel, señora Mikasa —Exclamó la pequeña de trenzas, guardando las monedas en su delantal antes de ir a guardar los utensilios de limpieza.

Mikasa ya le había insistido en que le llamase por su nombre, pero la niña seguía insistiendo en agregar el "señora" por algún motivo fuera de su comprensión.

La Ackerman acompañó a su empleada ocasional a la puerta—. Le traeré el recipiente tan pronto pueda, se lo agradezco de verdad.

Envuelta en un enorme y viejo abrigo marrón, la niña con delantal se giró para darle un fuerte abrazo a la pelinegra—. ¡Gracias por todo! ¡Felices fiestas!

—Igualmente, Anne —Exclamó la pelinegra, colocando el gorro de lana gris de la niña sobre su cabeza pelirroja con delicadeza.

La pequeña le sonrió una última vez antes de salir por la puerta. Mikasa no despegó su vista de ella hasta que desapareció en uno de los caballos que el orfanato les prestaba a los niños que trabajaban y requerían transporte.

Mikasa suspiró, antes de correr silenciosamente escaleras arriba, necesitaba verse más decente.

Tomó un baño vaquero de tres minutos, acostumbrada a bañarse con agua fría en temperaturas heladas, limpiando el sudor de su cuerpo por limpiar y cocinar con el tiempo encima, quitando las manchas de grasa y harina. Se había escabullido en el cuartel con ayuda de Armin, consciente de que las cocinas del recinto estaban mejor equipadas, para poder hacer la base de la mayoría de su cena.

No era algo muy extravagante, porque sabía que a Levi no le gustaba ese tipo de comida. El arroz le había costado tres intentos, pero finalmente lo consiguió, para su suerte la tarta de manzana salió perfecta en su primer intento, así como las patatas al horno.

Lo más fácil de hacer había sido la ensalada de frutos rojos, lastimosamente, fue lo último que hizo, más que nada, porque quería que estuviera lo más fresca posible.

Casi sacó a Sasha a patadas de las cocinas. Ni hablar de cuando se fue, la castaña se lanzó sobre su cesta, Mikasa le propinó un rodillazo que le sacó el aire, salvando su comida.

Secó su cabello en tiempo récord, tomando el sencillo vestido blanco perla que Armin le había obsequiado en su cumpleaños. El diseño era sencillo, con la cintura muy alta, anudada bajo el pecho con un cinto fino y negro, mismo tipo de listón acentuaba el contorno de su escote redondo, que apenas dejaba ver la parte superior de su clavícula, la comisura de las mangas cortas tipo farol también estaban decoradas con ese sencillo cinto. La prenda no marcaba la figura, teniendo un largo hasta los tobillos, dejando ver sus simples zapatos negros, planos y abiertos.

La única joya que poseía, su anillo de bodas, rara vez abandonaba su dedo. Esta ocasión no sería la excepción.

Arregló su cabello en una media cola baja, consciente de que al más bajo le gustaba su nuevo largo, incluso si solo llegaba a la mitad de sus omoplatos. Cuando Levi no podía dormir o se despertaba primero, acariciaba sus mechones oscuros, jugaba con ellos, los trenzaba o los desenredaba, lo que a veces la despertaba. Sin embargo, casi siempre se hacía la dormida, puesto que cuando él notaba que estaba consciente, se detenía, soltando una disculpa apenada.

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