🌻𝕆𝟜𝟙

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Hange se despidió con un vaivén de su mano derecha alzada por sobre su cabeza, Mikasa no tuvo que ver su rostro para saber que la Teniente poseía una sonrisa burlona, sepultando a ambos Ackerman en un ambiente lleno de expectación nerviosa, ansiosa tensión e incomodidad al cerrar la puerta.

Ambos seguían siendo tan expresivos como se podría esperar, lo cual estaba bien, porque si el entorno ya estaba demasiado cargado de sentimientos, bueno, Mikasa no quería saber como sería si fuesen más expresivos.

Sabía qué era lo que estaba por venir, empero, los nervios seguían siendo intensos, se encontraba dispuesta a dar lo mejor de sí como alguien maduro para llegar a un acuerdo, a un entendimiento. Priorizando la situación de la pequeña vida que se gestaba dentro de ella por sobre todo lo demás. 

—Lo lamento —Exclamaron al mismo tiempo, causándose sorpresa y desconcierto mutuamente. Mikasa parpadeó, confundidamente estoica, sin entender por qué le debía una disculpa, si era por aquella lejana noche que comenzó todo esto, no le veía sentido, puesto que había sido un mero accidente ocasionado por ambos.

Él parecía genuinamente perdido ante su disculpa sincera, ella le interrumpió tan pronto como vio su intención de decir algo—. Espere, solo... solo déjeme terminar por favor...

Antes de que pierda el coraje de nuevo.

El Capitán asintió lentamente, observándola con atención, la intranquilidad del más bajo es obvia para ella por la tensión en la comisura de sus labios, siendo lo mayor cantidad de incertidumbre que lo ha visto mostrar desde que lo conoce. Mikasa suponía que estaba nervioso, pero no lo conocía por completo como para poder afirmar algo así.

—Me disculpo por no haber dicho nada, pero estaba aterrada —Comenzó, recobrando ese valor que se requiere para ser un soldado, esa determinación que la seguía caracterizando, aunque eso no evitó que desviase su mirada vagamente triste hacia la manta café, posada sobre su vientre—. No estaba segura de qué hacer, quería lo mejor para el niño y creo que ambos coincidimos en que yo laborando como soldado, si es que no me daban de baja, no sería... adecuada para criarlo... No lo conocía, temía que me tachase como alguna clase de aprovechada o mentirosa si hablaba, que me corriesen de la Legión sin reparo alguno al verme indispuesta y sin nadie que saliese en defensa de mi estado... Así que antes de desertar, decidí conocerlo, ver si era más que un idiota amargado de por vida que no me daría la espalda de inmediato... Considero que me equivoque en esa evaluación y usted no tiene idea de cuanto me alegro de haber errado... Al pasar de las semanas, concluí que incluso si no quería tener nada que ver conmigo, al menos, no sería desalmado, dejando al pequeño sin sustento. 

—Sé que no es una excusa y mucho menos una explicación apropiada para un soldado. Si estaba dispuesta a hacer lo que hice era porque pensé que sería lo mejor para él... Cuando la posibilidad de compartir alguna relación sanguínea con usted surgió, asumí que le resultaba repulsiva, que no me querría ni como un pariente lejano. Temí que ni siquiera podría soportar ver al pequeño tras que eso sucediera, así que opté por mantener mi plan inicial... Espero pueda perdonarme también por mi actitud para con usted cuando el acto que desencadenó todo esto sucedió. Aceptaré cualquier decisión que tome respecto a lo que decida... hacer con nuestra relación... Está bien si no quiere dar la cara públicamente por él. Si no quiere tener nada que ver conmigo no me quejaré, puedo vivir como una paria siempre y cuando me apoye económicamente para sostenerlo. No usaría el dinero para nada más que él, se lo garantizo.

Sus hombros cayeron al final de esa oración, avergonzada por todo el circo que montó incidentalmente, aunque temerosa del veredicto final del más bajo. Por costumbre, se preparó mentalmente para el rechazo. 

Aun si dolía, hará lo mejor para darle una buena vida a su girasol.

—Creo... que quien debe una disculpa soy yo —Su voz grave sonó lastimera o suplicante, como si hubiera hecho algo atroz e irreparable, Mikasa no puede evitar levantar su mirada, curiosa y sorprendida, siendo él quien ahora evita sus ojos grises—. Soy el jodido adulto entre los dos. Debí haber tenido más autocontrol aquella noche... Me sorprende y hiere que supongas que simplemente dejaría que te pisotearan sin más, que me resultes repulsiva de alguna jodida manera... ¿Acaso no di señales de lo contrario, en repetidas ocasiones?... Nunca me resultaste repulsiva, irritante en ocasiones, sí, como la mierda, pero jamás repulsiva...

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