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Todo lo que podía pensar sobre el resto del día era en Felix Lee. Realizó los ejercicios como un zombie, e incluso sus hermanos sabían cuándo era la hora de la cena. Todos comieron en el comedor, habiéndose ganado el privilegio después de demostrar su lealtad en varias misiones exitosas.
Para Chan y algunos de sus compañeros Alfas Cautivos, todo era una fachada. Una vez que estos humanos olvidaran que nacieron con garras y dientes y los confundieran con mascotas dóciles, encontrarían una abertura y harían su movimiento.
La programación rompió a otros, sin embargo, los convirtió en muñecas conformes.
—¿Qué quería Leeteuk? —Preguntó Jeno, sentado a su lado. Mantuvieron la voz baja para que los humanos no escucharan.
Hyunjin les dirigió una mirada burlona desde el otro extremo. Jaemin y Mark parecían más interesados en su comida, pero Chan sabía que estaban prestando atención.
—Me está enviando a una misión. Capturar un Omega y traerlo de vuelta. Él y yo seremos los primeros sujetos del programa de cría.
Jeno se congeló. Jaemin apretó su tenedor de plástico con tanta fuerza que se rompió. La noticia los inquietó. Chan siempre había sido el débil, el rebelde. A pesar de toda su charla sobre la lucha, confió en la fortaleza de sus hermanos.
—¿Qué vas a hacer? —Preguntó Hyunjin.
—Chan completará la misión con éxito, —dijo Jeno con firmeza. Como el más tiempo en cautiverio, él era el líder indiscutible.
—A la mierda eso. No podemos traer a un inocente a esto. — Mark rara vez hablaba, pero lo hizo ahora.
Los guardias sentados en la mesa más cercana les miraron.
—¿Qué está pasando ahí?
—Nada, estos dos están peleando por una barra de energía, — bromeó Jeno.
—Controla a tus jodidos hombres, JL00.
—Baja la voz, —dijo Jeno.
Chan masticó las gachas insípidas. Según los guardias, contenía todos los nutrientes que necesitaban. Una vez, los científicos les quitaron sus privilegios de cena como castigo. Durante dos meses, comieron en sus propias celdas, no permitieron el contacto entre ellos. Chan no quería que eso volviera a suceder.
Ya habían sido tratados como animales. Estar cerca de su propia especie les recordó su humanidad.
—No tenemos otra opción. —Chan habló una vez que los guardias volvieron a su comida y conversación.
Cuando era más joven, solía escucharlos con envidia. Hablaron de las cosas normales fuera de las instalaciones a veces. Ese era su único vínculo con el mundo exterior. Dios. Eran patéticos.
—¿Hablas en serio, Chan? Entre nosotros... —Hyunjin hizo una pausa. Chan lo fulminó con la mirada.
