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Felix había visto a su compañero derribar a varios shifters poderosos con facilidad. Le sorprendió ver a este nuevo y extraño Alfa agarrar a Chan y apuñalar esa jeringa de aspecto perverso en el costado del cuello de Chan. Chan le dijo que corriera. Cada instinto le decía que siguiera las órdenes de su compañero, pero él plantó sus pies firmemente en el suelo.
Chan le dio una instantánea de su pasado, su vida, pero nunca le dijo a Felix qué pasaría si fallaba en su misión. Felix no necesitaba ser un genio para comprender que los científicos no solo castigarían a Chan, sino también a sus hermanos.
Al principio había etiquetado a Jeno como enemigo, pero la forma en que el gran Alfa atrapó el cuerpo inconsciente de Chan le contó una historia diferente. Este nuevo Alfa no era como su compañero en absoluto. Incluso cuando se conocieron, confundió a Chan con un asesino sin conciencia, pero solo por un segundo. Chan simplemente ocultó mejor sus emociones. Jeno, por otro lado, parecía no tener ninguna, o eso pensaba Felix.
La pena y el dolor brillaron momentáneamente en los ojos de Jeno. Ver a Chan así claramente lo lastimaba.
Finalmente, Jeno volvió esos ojos planos hacia él. La mirada allí le dijo a Felix que el Alfa no dudaría en matarlo si la situación lo exigía.
—Chan te dijo que corrieras. ¿Por qué sigues aquí? —Jeno preguntó.
—Sé que no llegaré lejos si corro. Además, no quiero dejarlo. No soy tonto. Si vuelves con tus superiores sin mí, Chan podría morir, ¿verdad?
Jeno miró al hombre inconsciente en sus brazos.
—Lo considerarán un activo defectuoso y es probable que se elimine. Podría convencerlos de lo contrario, pero Chan nunca será el mismo una vez que hayan terminado con él.
—No. —Felix no sabía lo que le pasó. Debería arriesgarse en el bosque en lugar de acercarse a Jeno. Jeno pareció sorprendido cuando Felix lo agarró del brazo. —Por favor. No dejes que eso suceda. Sé que te preocupas por Chan. Ayúdalo.
Jeno le dio un manotazo y frunció el ceño.
—¿Por qué te preocupas tanto? Solo lo has conocido por un día.
—Él es mi compañero, —respondió Felix simplemente.
—No entiendo.
Felix lo miró y finalmente vio al hombre detrás de la máquina de matar. Mierda. Odiaba a estos humanos y lo que le habían hecho a estos dos poderosos machos. Chan y Jeno deberían estar gobernando una manada, estar a cargo y no enjaulados.
—Está bien, tal vez algún día lo harás.
—Si entiendo la situación correctamente, ¿tengo tu cooperación? —Jeno preguntó.
—No voy a dar la vuelta y correr si eso es lo que estás pensando.
—Entonces quédate con Chan mientras entierro estos cuerpos—. Jeno volvió a sonar como siempre.
