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La oferta de Jeno sonaba demasiado buena para ser verdad. Chan no estaba convencido de que esto no fuera una trampa. Las posibilidades corrían por su cabeza. Leeteuk podría haber molestado a Jeno, y Jeno no tuvo más remedio que atraerlo a algún tipo de juego siniestro.
Suspirando, Jeno se levantó. Chan no se movió. Jeno desapareció en la habitación que Chan reconoció como donde guardaban la mayor parte de sus municiones. Reconoció esta cabaña. Usaron este lugar como un escondite temporal ocasionalmente cuando se desplegaron en misiones a largo plazo. Jeno regresó con una pila de archivos en un brazo y se los ofreció a Chan. Chan aceptó. Felix se inclinó sobre Chan mientras le daba la vuelta al primero. Dentro había un plano de los collares que llevaban.
Se le secó la boca.
—¿Cómo conseguiste esto? Estos archivos son inaccesibles, al menos para nosotros.
Jeno no dijo nada, simplemente lo observó hurgar en el resto. El segundo archivo contenía información sobre el dispositivo GPS implantado en sus muñecas. Chan escudriñó la habitación nuevamente, ciertas cámaras los estaban mirando. ¿Estaba Leeteuk mirando detrás de la comodidad de su oficina, esperando ver cómo reaccionaría ante esta estratagema?
—No hay cámaras aquí. Me aseguré de eso, —dijo Jeno como si leyera su mente. Eso no fue una gran sorpresa. Todos habían recibido el mismo entrenamiento, y sus patrones de pensamiento eran de un soldado.
El lobo de Chan le dijo que Jeno no estaba mintiendo. Por una vez, finalmente entendió que Jeno no era la máquina de matar obediente que asumió.
—¿Me crees ahora? —Jeno preguntó.
El resto de los documentos eran notas en la letra de Jeno. Parecía que su hermano estaba estudiando cómo funcionaban los collares y dispositivos.
—¿Cuáles son las posibilidades de que sepas lo que estás haciendo? —Finalmente preguntó.
Jeno le dio una sonrisa sombría.
—Nunca pensé en probar esto tan pronto, pero ustedes dos son demasiado tercos para su propio bien.
Chan miró a Felix y solo vio feroz protección allí. Ese era su papel y, sin embargo, Felix haría lo mismo para protegerlo.
—Lo entenderás cuando encuentres a tu propio compañero, —le dijo a Jeno. —Si intentamos quitarnos el collar, ¿Leeteuk no lo sabrá?
Jeno asintió con la cabeza. Chan pensó las cosas detenidamente.
Su mente lo arrastró al pasado, a los recuerdos que había sellado para evitar volverse loco. Cuando eran más jóvenes, un par de compañeros cautivos habían tratado de escapar. Uno de los Alfas había sido un niño genio. Alex había descubierto una manera de evitar que la bomba en su collar se disparara instantáneamente. Alex había sido derribado por los guardias antes de que él pudiera salir.
