Cuando Eli pudo volver a ponerse de pie sin problemas e irse, Naib llegó un poco más tarde a la reunión con Norton y Jack. En su estado de vestimenta, era imposible hacer como si lo hubiera detenido el trabajo.
—Naib, amigo, parece que acabas de sobrevivir a una cogida con una guerrera amazona. ¿Qué carajo? —Fue el saludo de Campbell, por supuesto.
Con todos los tirones que había recibido de Eli, y la sensación ridículamente asombrosa de sus paredes apretándose alrededor de sus dedos, no había notado que el menor le había mordido debajo de la oreja, lo suficientemente fuerte como para magullarlo. Lo sintió de manera precaria, pero no pudo sentir suficiente vergüenza como para sentirse realmente enojado por eso. Además, había tomado una foto de su propia mordedura en el cuerpo del menor, esto simplemente se convirtió en un juego limpio. En cualquier caso, dudaba mucho del conocimiento del menor sobre su fotografía encubierta.
—Tuve un encuentro en un baño. —Dijo simplemente, tomando asiento. Le dolía el cuello.
—Joder, ¿Hablas en serio? —Murmuró Norton —Yo tengo que mostrar mi tarjeta de crédito dorada si quiero algo de acción salvaje, y aquí estás teniendo suerte en los baños.
—Si te hace sentir mejor, la proposición tuvo lugar fuera del baño.
Norton frunció el ceño en su bebida —No. No, no me hizo sentir mejor. Gracias por intentarlo, hombre insufrible.
—Siempre feliz de ofrecer mis servicios. —Dijo, estirando su cuello, frotándose los hombros.
Jack lo miró inquisitivamente, tras la copa de whiskey que sostenía en sus largos dedos —Pareces un poco tenso.
—No soy tan joven como solía ser. —Se encogió de hombros.
Lamentablemente, las endorfinas se estaban desvaneciendo y su cuerpo se quejaba del abuso con el que lo había hecho funcionar, ¿No se había prometido a sí mismo no participar en los juegos de los más jóvenes? Sí, lo había hecho. Entonces, ¿A qué diablos estaba jugando?
Destellos de Eli retorciéndose y corcoveando sobre su polla, de su muslo sobre su hombro, manteniéndose abierto y rogándole que lo dejara terminar, de la hermosa curva de su cuerpo, flácido con las réplicas de placer, exprimido y temblando con la fuerza de su orgasmo.
Cierto. ¿Quién iba a dejar pasar algo como Eli? No estaba loco.
Los dolores comenzaron a desvanecerse en el fondo, y sorbió de su cerveza, repentinamente reseco.
—En fin, ¿Cómo está Leo de todos modos? —Preguntó y rápidamente Norton se lanzó con entusiasmo a las lindas travesuras de su hijo mientras Jack fruncía el ceño aún más en su bebida, lanzando a Naib una mirada molesta. Norton a menudo hablaba durante horas sobre su hijo amén de que su matrimonio había fallado con Emma, algo que Naib sinceramente encontraba encantador. Por el momento, contaba con la verbosidad de su amigo para ganar algo de tiempo para enfriarse a sus temperaturas normales de funcionamiento. Dos horas después, Norton había mostrado fotos y Jack había bebido cuatro copas de whisky a los agradecidos pero desinteresados clientes. Un grupo de mujeres había convergido alrededor de la mesa, con el pretexto de saber más del adorable Leo, pero subrepticiamente, y a veces descaradamente, deslizando sus números en el saco de los tres hombres. Reconoció vagamente a algunas de ellas en los brazos de sus asociados, eran devoradoras de hombres de carrera, buscadoras de oro en serie y similares.
No menos de cinco de sus subordinados y varios rivales de la compañía se habían acercado para hablar de negocios y animarlos con una bebida. Encontró muy divertido recibir más tragos gratis a los cuarenta que cuando tenía la mitad de su edad, pero en ese entonces se trataba de ser joven y guapo, y los tragos gratis ahora venían con el desafío implícito de no poder salir de allí sobre sus propios pies. Lamentablemente para ellos, Naib tenía una tolerancia casi incomparable.
A la mitad del séptimo trago de la noche, su teléfono volvió a retumbar contra la mesa, donde había estado recibiendo actualizaciones de la bolsa de valores toda la noche. Norton se río y le dijo que eso era algo que definitivamente no extrañaba del trabajo como subordinado, ya que era jefe de su propia compañía. Sonrió, sin decir nada, mientras hojeaba su bandeja de entrada.
El mensaje que recibió fue bastante inesperado.
"Tengo moretones por la puerta. :'("
¿No era muy pronto para enviarle otro mensaje? ¿A qué estaba jugando exactamente Eli? Habían pasado menos de cuatro horas desde su encuentro en el baño. No podía imaginar por qué el menor lo contactaría ahora, por qué no esperaba que lo hiciera. En todo caso, debería haber sido él quien actuara primero, el que no podía mantenerse alejado de un joven oso de peluche.
Estaba lo suficientemente borracho como para admitir que no era probable que se hubiera mantenido alejado de Eli.
Entonces, le envió un mensaje informándole del moretón que le quedó al ser mordido en el cuello. Apenas tuvo tiempo de dejar su teléfono sobre la mesa antes de que llegara una respuesta.
"¿En serio? Genial ;) ¿Me mostraras el tuyo si te muestro el mío?"
Le tomó un momento dar sentido a lo que estaba leyendo. Inmediatamente después del mensaje, el niño había adjuntado una imagen de un torso pálido, con la rodilla doblada y oscureciendo su ingle, un arreglo bastante elegante. Presumiblemente era él, la decoloración en su cadera extremadamente prominente contra la palidez de su piel. Le pareció extraño lo pálido que era. No se había dado cuenta de que el menor carecía de líneas de bronceado, aunque esos detalles, por supuesto, no eran lo más importante en sus pensamientos cuando este yacía desnudo debajo de él.
Estas observaciones triviales, sin embargo, fueron eclipsadas por la mano entre los muslos pálidos, el ángulo de la parte trasera hacia arriba, el músculo acordonado tirando a lo largo de un brazo pálido. Hubo un toque de un pulgar en la curva suave e íntima de la nalga de Eli...
Parecía mojado.
Se excusó de la mesa, murmurando que tenía que atender una llamada. Norton y Jack lo despidieron mientras las mujeres hacían ruidos de disgusto. Todo era estático para él.
Dejando atrás el ruido y las luces, salió al vestíbulo y se apoyó pesadamente contra la pared. La brisa de la puerta refrescó su piel mientras presionaba el botón de llamada y empujaba el teléfono contra su oreja. Sonó una, dos veces, y al tercer timbrazo escuchó una voz casi sin aliento.
—Hola viejo.
Naib no estaba de humor para más juegos —¿Qué estás haciendo? —Demando. Hubo un susurro desde el otro extremo de la línea acompañado por el chirrido de resortes en mal estado. Por encima de todo estaba Eli, jadeando.
— ¿Ahora mismo? Pensando en cuando me clavaste a la puerta del baño. ¿Te corriste? No creo que lo hayas hecho. Me siento realmente... mal por eso. —La voz del menor se enganchó, alrededor de sus palabras había sonidos, sonidos que había escuchado anoche, desde esa mañana, desde hace cuatro horas. Eran apenas audibles, compitiendo con los suaves gemidos y la dificultad para respirar, pero Naib los estaba escuchando: sonidos húmedos y resbaladizos. Carne encontrándose con carne, bofetadas amortiguadas de piel golpeando piel.
— ¿Te estás tocando? —Tenía la boca seca, le salió rasposa.
El chico soltó en un casi un ronroneo. —Mmm, sí.
Desvergonzado. Era absolutamente desvergonzado.
— ¿Dónde estás?
Ya estaba tomando un taxi cuando le dio la dirección.
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❝ 𝗠𝗶 𝗲𝗱𝗮𝗱 ⌜ ɪᴅᴠ - ɴᴀɪʙᴇʟɪ ⌟
FanfictionUniverso Alterno ; Moderno 🔮 NaibEli 🔮 Romance 🔮 Smut Él es sumamente mayor y lo sabe, sabe lo que buscan las personas jovenes de alguien de su edad. Entonces, ¿Por qué con él se siente diferente?