❝ 𝗠𝗶 𝗲𝗱𝗮𝗱 ⌜ ɪᴅᴠ - ɴᴀɪʙᴇʟɪ ⌟

07

Su segunda cena fue  una semana después. Naib no podía darse el lujo de tener tiempo libre antes de la publicación trimestral de los accionistas y charlar continuamente, aunque siempre había tenido a Eli en el fondo de su mente, donde residían todos sus otros pensamientos pacíficos y relajantes.

Ayudaba el hecho de que no pasara un día sin que el menor le enviara una foto o un mensaje ridículo. El enviado a mediados de semana era su favorito: 

"¿Has sucumbido a la vejez? ¿Estás muerto? Que en paz descanse, Naib gran-polla Subedar :("

Reprendió mucho a Clark por eso cuando se encontraron, aunque el corazón de Naib no estaba realmente en eso, y Eli se había pasado toda la charla mirándolo fijamente en la boca. Luego, había llevado al menor a un restaurante elegante y observó desconcertado cómo el castaño miraba el menú confundido.

— ¿Por qué la comida no tiene precios?

Las personas de mesas cercanas se ahogaron un poco con el vino, aturdidas y horrorizadas, aunque Eli no se dio por enterado. Naib ocultó su sonrisa detrás de su propia copa de cristal y le había asegurado que "ganaba esta ronda", lo que Eli confusamente aceptó que era cierto. Parecía bastante perdido por el lugar que él había elegido al principio, se mordió el labio y miró a Naib como si quisiera protestar, pero todos los pensamientos de tales quejas desaparecieron por completo de su rostro tan pronto como el mayor le mostró la vista.

El de ojos azules pasó gran parte de la velada contemplando el paisaje de Londres iluminado por la luz, los centros de mesa del restaurante y los uniformes de los camareros, hablando con entusiasmo de colores y formas. Cuando regresó a la mesa después de usar el baño, no se sorprendió al ver trazos dibujados en las servilletas de Eli, aunque el chiquillo las apartó felizmente tan pronto como notó su regreso. Una vez más tardaron en terminar sus comidas, y una vez más Naib rechazó las insinuaciones del chico, aunque no se fue hasta que Eli estuvo a salvo en un taxi siendo llevado a su casa... aunque había sido una gran crueldad para ambos.

Recordaba cómo le había rogado "Ven a casa conmigo" gimiendo entre besos "Ven y fóllame, por favor." No accedió con determinación e ignoró el semblante repentinamente deprimido de su rostro. Cuando el niño se alejó, abatido y horriblemente confundido, Naib abrió la puerta del taxi, acarició la curva de la mejilla regordeta con la palma de su mano y prometió llamarlo.

La tercera cena fue...

Revelador, supuso.

Eli insistió en ir a comer bistecs, y aunque Naib le dio los nombres de varios restaurantes cuyos bistecs podrían hacerlo babear, el menor murmuró que los restaurantes que le gustaban tenían asientos uno frente al otro, y él no estaba de humor para eso.