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Cuando Cheryl llegó el olor a comida caliente la recibió.

Frunció el ceño cuando notó que la casa estaba limpia, no había ningún sirviente. Caminó hacia el comedor y se topó con unas manos abrazándola desde atrás, su cuerpo se tensó. ¿Qué querría ahora?

-Toni... ¿a qué se debe esto? - se la quitó de encima y se giró para ver a su esposa con una camisa entallada y un pantalón ajustado.

-Hola, amor - la pelirosa se acercó, le quitó el saco y la corbata que llevaba - preparé carne. Seguí la receta de internet y estuve a punto de quemarla - río bajo y dejó un beso rápido en su boca.

-No voy a firmarte el puto divorcio - dijo con los dientes apretados, mirándola a los ojos.

-No quiero eso - la menor le tomó ambas manos y la llevó a la silla - quiero que estés conmigo, que comamos juntas, debes estar cansada...

Cheryl sentía su cuerpo rígido, le costaba contenerse para no gritarle, golpearla o alguna mierda de esas.

-¿Entonces qué quieres? - la mayor sentía que en cualquier momento su mujer iba a clavarle una espina... otra después de lo de Betty.

-¿Me dejas darte de comer, amor? - la menor se sentó en el regazo de la pelirroja y apoyó la cabeza en el hombro de ésta.

Cheryl llevó su mano a la mandíbula marcada de su esposa y la tomó duramente.

-Si estás jugando conmigo voy a matarte - gruñó y Toni se recordó que era una mujer herida, acarició aquella mano y sonrió como pudo.

-Eres mi única amante desde la noche en Los Ángeles - la pelirosa besó la palma de aquella mano - eres mía y yo soy tuya, Cher.

Toni se acomodó, cortó un pedazo de carne para llevarlo a la boca de su esposa.

-Abre la boca, cariño. Prueba lo que hice para ti.

-No quiero.

Toni la miró a los ojos. Era una niña en el cuerpo de una mujer.

-Bien, lo comeré yo entonces - sonrió y se llevó el trozo a la boca - le coloqué picante y salsa... es un sabor rico - volvió a comer y jadeó de gusto.

Cuando giró la cabeza, la más alta estaba lamiéndose los labios, ella le acercó un trozo y rozó sus suaves labios.

-Solo un trozo, amor.

-No

-Tu estómago hace ruido - río la más baja y besó su mejilla - por favor.

Cheryl gruñó y abrió la boca de mala gana.

-Quiero hacerte el amor... esta noche - susurró Toni - sé que crees que no existe diferencia alguna pero la hay y quiero demostrártelo.

La mayor miró hacia el plato, sin decir nada, sin hacer gesto alguno.

-¿Me dejarías?

El silencio se apoderó de todo, la pelirosa notó que poco a poco Cheryl bajaba la guardia.

-Las odio... odio tus palabras - susurró la pelirroja y Toni la abrazó como pudo.

-Yo te amo... amo tus palabras y te amo a ti.

Toni elevó su rostro, unos labios chocaron con los suyos.

Cheryl intentó tornar el beso apasionado, carnal. Pero Toni apoyó su mano en su pecho antes de subirla hacia la mejilla para continuar con el beso que llevaban, lento, suave, despacio.

Demás fue para ambas que unos minutos después estuvieran en la habitación matrimonial, la más baja sacándole la ropa suavemente, acariciando cada centímetro de piel expuesta, Cheryl la miraba con miedo; atenta a cualquier cosa.

-Te amo... déjame amarte - susurró y entonces una mano temblorosa de Cheryl se levantó, la mano de aquel brazo reconstruido - Te amo - acarició ese brazo y luego el otro.

-Toni... - intentó gruñir su nombre, sin éxito alguno.

-Déjame amarte - murmuró y le tomó la mano para llevarla a la cama y sentarla.

La pelirroja le quitó la camisa que llevaba primero, luego desabrochó el pantalón de su esposa.

Por primera vez Toni fue acostada con delicadeza en la cama donde había pasado noches enteras llorando y sintiéndose sola.

-Amor... - jadeó al sentir los dedos de su esposa en ella.

Toni susurró al oído de Cheryl.

-Hazme el amor... hagamos el amor. Yo no voy a herirte nunca.

Fueron minutos, que se convirtieron en horas que la pelirosa fue embestida, besada, tocada.

-Cheryl... - gimió, moviendo sus caderas junto con las contrarias.

-Toni... - la voz de su mujer salía ronca.

Aquellos cuerpos se amaron por un tiempo indeterminable y, cuando llegaron a la cima, Cheryl escondió su rostro en el cuello de su esposa.

Cheryl estaba llorando, pero esta vez Toni estaba a su lado, abrazándola, sosteniéndola entre sus brazos.

-No te merecías nada de eso, mi amor - murmuró, con sus ojos cristalizados.

Mátame Lento // ChoniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora