|𝟸| 𝙷𝚊𝚋𝚕𝚊𝚛 𝚍𝚞𝚛𝚊𝚗𝚝𝚎 𝚎𝚕 𝚜𝚎𝚡𝚘.

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𝗘𝗿𝗲𝗻 𝗝ae𝗴𝗲𝗿 𝘅 𝗟𝗲𝗰𝘁𝗼𝗿𝗮.

Te habían encargado como ayudante médico a un nuevo paciente. Más tarde te lo dejaron a cargo a ti, te armaste de mucha paciencia y valor.

Viste al muchacho, su cuerpo delgado, sin una pierna, con uno de los ojos vendados, el cabello castaño largo, algo de vello facial, poca higiene y una mirada melancólica. Te acercaste al sujeto en cuestión.

—Buen día, señor...— leíste la ficha de identidad de aquel chico. —Kruger...— finalizaste, aunque no había rastro alguno de su nombre.

—Hola...— saludó tímido, casi en un susurro. Su ojo color esmeralda te dio un rápido vistazo.

—Acompáñeme a su habitación, señor Kruger.— indicaste mientras pasabas tu brazo por debajo del suyo, del lado donde no tenía su pierna, disimulaste muy bien el arrugar la nariz debido al nauseabundo hedor que emanaba el pobre muchacho.

El castaño se dejó llevar, aunque en la cercanía te observó mejor, notó que tus intenciones sólo eran hacer lo que un médico debe y ya, así que en ningún momento puso resistencia a tus tratos, después de todo, sólo querías que mejorara como correspondía.

Al cabo de un par de semanas, cuando ingresaste una mañana, temprano, para darle el desayuno, creíste que como todos los pacientes allí estaría durmiendo. Sin embargo, el chico estaba sentado en la cama, mirando por la ventana, el exterior. Cuando te oyó entrar se alarmó un poco, pero al verte se tranquilizó, aquello lo notaste.

—No se preocupe, sólo yo estoy a cargo de sus cuidados, señor Kruger.— consolaste, mientras le entregabas la bandeja de desayuno que consistía en unas tostadas, té negro y una manzana cortada en rodajas.

—Gracias. — correspondió y notaste el pequeño rubor que se asomó en su mejilla. Sonreíste y lo dejaste tomar su desayuno tranquilo.

Acomodaste su ropa que habían lavado, el agua y el jabón deshicieron toda la sangre y costra de suciedad. La colocaste en un estante para cuando estuviera recuperado y listo para irse.

—Eren...— volteaste a verlo debido a que te había sobresaltado su repentina voz ronca, lo miraste expectante, algo confusa. —Es mi nombre...te lo digo a ti... porque te veo una persona confiable. — admitió viéndote fijamente por un momento, ahora la sonrojada eras tú, retomó su desayuno.

—T/n... un gusto, Eren...— te presentaste, dedicándole una sonrisa al muchacho.

Ya había anochecido, te encontrabas preparando la cena para el castaño y también estabas mentalizándote que debías ducharlo. Eso significaba verlo desnudo. No era que no habías visto a otros pacientes, pero con él te sentías extraña, no sabías si era por sólo a ti te confió su nombre y su verdadero apellido en la tarde.

Terminaste de cocinar el estofado, lo vertiste en un cuenco, serviste un poco de jugo de naranja en un vaso y se lo llevaste al muchacho. Quién te esperaba como lo hizo todo el día cuando debía de recibir sus alimentos y sus medicinas.

—Buen provecho, Eren. — deseaste y éste te miró fijamente con su único ojo sano.

—Gracias por la comida. — agradeció una vez más. Le dio un bocado y viste como en su mirada una chispa de felicidad por el estofado que estaba degustando. Sonreíste conmovida y lo dejaste cenar.

Te dirigiste hacia el baño para preparar la bañera con agua caliente y oíste que tosía, volviste a la habitación inmediatamente, mostrándote preocupada por el muchacho Jaeger.

—Cielos, Eren, ¿te encuentras bien? — palmeaste con cuidado su espalda y cuando el muchacho se recuperó te miró apenado, entendiste al instante. —Debo ducharte, Eren. — informaste creyendo que se opondría.

—E-está bien... sólo me tomó por sorpresa, es todo. — explicó carraspeando y volviendo a su cena. El castaño te vio meterte de nuevo al cuarto de baño y volvió a enrojecer.

SNK { +𝟙𝟠 𝕆𝕟𝕖 𝕊𝕙𝕠𝕥𝕤 } 𝕍𝕖𝕣𝕤𝕚ó𝕟 𝕔𝕙𝕚𝕔𝕠𝕤 𝕩 𝕝𝕖𝕔𝕥𝕠𝕣𝕒.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora