SEXTA

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Por todos lados había confusión e histeria, me horrorizaba ver a Hogwarts cercada por magia oscura, con dementores por todos lados, la amada escuela de mi abuelo estaba sitiada por enemigos que esperaban derrumbar hasta la última piedra y prenderla en fuego maldito en su búsqueda incansable de atrapar a Harry. Yo iba junto a Fred y George, a quienes apenas podía mantenerme unida por tanta gente agitándose.

Me mantuve alerta mirando hacia todos lados, pendiente de algún peligro inminente, allí lo vi. En dirección a las escaleras de Hogwarts estaba él junto a Luna Lovegood, quien destacaba por su cabello platinado. Conversaba con Luna de algún tema importante, pues parecían concentrados. Lo vi pasar la mirada por el gentío y ahí me encontró con sus ojos en los míos. Él se quedó inmóvil al mirarme, fueron unos segundos que parecieron ralentizar al mundo entero. Al salir de su estupefacción caminó hacia nosotros con prisa y furia.

— ¿Qué... qué hace aquí? —preguntó Harry con un tono a la defensiva mientras me escudriñaba todo el rostro como esperando encontrar algún rastro de que era una impostora bajo una poción multijugos o alguna otra explicación burda como esa.

Obviamente Harry centró su mirada en las líneas negras que se extendían a lo largo de mis mejillas, pero no expresó nada al respecto. Fred pasó un brazo sobre mis hombros protectoramente.

—Ella ha vuelto Harry, perdonar y olvidar —dijo Fred.

Harry puso un rostro herido, había rencor en su mirada.

—Yo no perdono a los traidores, no tiene nada qué hacer aquí —agregó con desdén.

Se alejó de allí sin volver a mirarme más, los gemelos sólo me dieron una mirada de pena ante mi cara herida.

—Se le pasará, ya lo verás, para todos fue... difícil —se animó a decirme George.

Asentí sin mucho convencimiento.

A lo lejos vi a Draco y no dudé, me acerqué a él casi corriendo a paso veloz, se encontraba con el resto de su casa que estaba parada en medio de la movilización.

— ¡Draco! —grité para que volteara y cuando lo hizo sonrió grande.

Él se giró a verme con un rostro incrédulo. Como si no se creyera que estaba ahí. Era natural, había dejado un monstruo la última vez que me vio.

Me lancé en un abrazo profundo que no sabía cuánto necesitaba.

—Tienes que irte a casa Draco, probablemente...

— ¡May! —exclamó la voz de Theo a mis espaldas.

También me dio un abrazo al que se unió Zabini. Pude ver a Pansy con un gesto de satisfacción, acompañada de Crabbe y Goyle.

Nuestro encuentro fue interrumpido por una voz horrenda que reconocí al instante. Parecía sonar en las mentes de todos.

—Sé que se están preparando para luchar —hubo gritos entre los estudiantes; algunos de ellos se agarraron a otros, mirando alrededor aterrados en búsqueda de la fuente del sonido—. Sus esfuerzos son inútiles. No pueden luchar contra mí. Entréguenme a Harry Potter... —dijo la voz de Voldemort—, y no se les hará daño. Entréguenme a Harry Potter y dejaré la escuela intacta.

El silencio se los tragó de nuevo. Cada cabeza se giró, cada ojo de la habitación pareció posarse en Harry. Entonces, una figura se levantó de la mesa de Slytherin, era Millicent Bulstrode.

— ¡Pero está allí! Potter está allí. ¡Que alguien lo sujete!

Antes de que Harry pudiera hablar, hubo un movimiento generalizado. La primera en ponerse frente a Harry para evitar que alguien se le ocurriera tocarlo fue Ginny Weasley -obviamente-, a ella le siguieron el resto de los Gryffindor y se enfrentaban a los Slytherin, no a Harry. Entonces los Hufflepuff se levantaron, y casi al mismo tiempo los Ravenclaw, todos con la espalda hacia Harry, todos mirando a hacía Millicent y por ente a nosotros también.

Potter EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora