Durante las entregas de premios, a principios del 2017, las cosas se pusieron más difíciles. Tanto Jungkook como yo decidimos guardar silencio y no complicarnos sobre lo que nos estaba ocurriendo. Nos gustaba estar juntos, nos gustaba reposar y besarnos hasta quedarnos dormidos. Siempre, en medio de los roces y los besos intensos, alguno de los dos ponía un alto, aunque sabíamos que era cuestión de tiempo para que ese límite - el último de todos - también fuese destruido.
Los miembros también decidieron guardar silencio, aunque todos estaban de acuerdo en una cosa: la mirada de Jungkook era diferente y no solo sobre mí... en todo aspecto. Estaba perdiendo su inocencia y viviendo el inicio de su vida adulta, y yo, quien lo acompañaba y velaba por él, estaba sintiendo cada día más como ese Jungkook maduro se colaba por mis huesos.
Pero nuestra relación no siempre era constante y eso se debía a nuestros celos e inseguridades. Todos los teníamos, en realidad, dentro de nuestras amistades, pareja, familia... pero entre nosotros era diferente. Los celos eran fuertes y estaban potenciados por nuestra inexplicable inseguridad. Se preguntarán, con la fama y los logros que obteníamos a diario, con las fans siguiéndonos a todos lados, con los récords rotos y la atención de la prensa, ¿Cómo podíamos sentirnos inseguros? Lo cierto es que lo hacíamos... y a veces no podíamos evitar pelear por estupideces que luego terminarían en besos y discusiones banales. Jugueteos frente y detrás de cámaras, que luego serían levantados en alguna página de internet; hashtags, y lo que yo llamaré el principio de la locura: las fanwars entre quienes querían a Jungkook con Taehyung y otros conmigo.
Taehyung fue directo y sincero al respecto:
- Todo esto es una locura, deberían salir de su imaginación.
Pensé en la importancia de las palabras de mí amigo y en lo mucho que se complicarían las cosas a partir de ese momento. Ninguno quería guerras ni discusiones, y era difícil para todos nosotros saber, que habían personas que querían hacernos daño por todo el juego perverso que se armó desde un principio. No lo valía y eso... dolía.
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Jungkook se graduó el 7 de febrero de 2017, y quiso que todos estuviéramos en la ceremonia para acompañarlo. Me sentí nervioso, como si fuese yo mismo quien se estuviese graduando. Lo cierto era que estaba orgulloso y muy, muy emocionado por el logro de nuestro querido maknae.
La ceremonia fue hermosa, y tanto él como todos sus compañeros se mostraron animados y motivados de acabar el colegio secundario.
Los seis miembros fuimos a felicitarlo, con un ramo de flores y ganas de compartir una cena luego. Una cena que pagaría nuestro Jungkook, como muestra de crecimiento y madurez. Lo que quedó grabado en mi mente y lo que resonaría en mi cabeza las siguientes semanas fue nuestra charla en la camioneta, junto a Taehyung, mientras esperábamos a que nuestros hyungs subieran a la suya.
