Todo lo que sé es que, si jugamos bien, controlamos nuestro propio destino en términos de lo que hacemos. - Nick Saban.
***
Melanie miraba su reloj ansiosa. Eran las siete y veinte y aún había niños pululando por la academia. Ese hecho no sería importante, si no fuera porque la buscaban a ella. Justo atravesó la puerta, visualizó a Dorian en el coche cuando una pequeña manita y resultona voz la detuvo.
—¡Mel! ¿Por qué solamente tenemos clases un día por semana? —preguntó Anita, una niña de diez años.
—Lo siento, si por mi hija fuese estaría bailando todos los días —dijo el padre de la niña revolviendo su melena.
Melanie sonrió. Las ganas y la pasión que Anita entregaba en sus clases le recordaban y la devolvían a su niñez. Donde jamás pudo ir a una academia pero pasaba largas horas frente a su ordenador imitando pasos de baile que los propios protagonistas colgaban en la red. Se agachó entumecida y acarició con cariño la mejilla de la pequeña.
—En breve vendrá el verano y ya sabes que la academia suele cerrar por vacaciones. No obstante, ¿Te parece bien que pregunte la posibilidad de que las clases se incrementen a dos? — Ella asintió contenta —. No obstante, deberán apuntarse los suficientes niños para que pueda llevarse a cabo.
—¡Genial! No te preocupes por eso. Niko, Leire y alguno más se apuntaran a la clase. ¡Gracias!
La niña la abrazó con efusividad y ella correspondió de igual manera. Dorian observaba la escena desde el otro lado, y aunque desconocía el contenido, le pareció enternecedor. La imaginó bailando con aquellos niños que desde hacía minutos gobernaban la entrada de la academia y su cuerpo comenzó a reaccionar. ¡Mierda! Fantaseo con ese contoneo de cadera y bramó al sentirse completamente empalmado. Melanie, pasadas las siete y media consiguió subirse al vehículo y con una naturalidad pasmosa, besó la comisura de los labios de Dorian. Aunque fue tan sutil que ninguno pudo disfrutar del contacto.
—Perdona la espera...
—Llegas casi quince minutos antes de la hora que me dijiste... —dijo sonriente — ¿Quieres que vayamos a cenar antes de pasarnos por el "Destiny"?
—Necesito una ducha —aseguró recogiéndose la melena en una coleta alta improvisada —. ¿Sabes cocinar?
—Por supuesto. ¿Por qué tipo de hombre me crees?
—Me veo en la obligación de preguntar. No quiero que mi piso salga en llamas — Se excusó sonriente —. Hagamos algo, yo me doy una ducha y tú mientras tanto te encargas de cocinar algo completamente comestible y a poder ser delicioso. ¡Me muero de hambre!
—Está bien. Veamos que tienes en la nevera, pero ya que yo voy a cocinar... ¿Puedo encargarte el postre?
Melanie rio. ¿De verdad pensaban llegar al postre? Lamió sus labios, tentadora y Dorian sonrió conteniendo su impulso por zampársela a ella. Ni él mismo era consciente de sí soportaría la tentación de tenerla desnuda a escasos metros de distancia y no irrumpir su ducha. De hecho, su miembro seguía ejerciendo una notable presión para que la abordase nada más llegar a casa, pero no... Se limitó a verla correr por el salón, donde soltó el bolso en uno de los sillones y perderse por una de las puertas, la cual intuía llevaba hasta su dormitorio.
Aquello era atípico. No sabía si considerarlo una cita o un entremés a la apoteósica noche que les esperaba en el "Destiny". Solamente era consciente de que estaba en su casa, con el único encargo de hacer la cena. Para ser justos, cuando había hablado de ir a cenar, tenía pensado acudir a un restaurante, no en asaltar la nevera de Melanie. Hecho un pequeño vistazo y tras recolocarse la erección se puso manos a la obra.
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Bailando con la traición | Erótica + 18 | Parte 1/4 Completa ✅
RomanceEn el "Destiny" la única norma impuesta a sus clientes era el respeto, la higiene y la discreción. El club estaba dividido en distintas plantas, cada una de ellas con distintas salas orientadas a diferentes actividades y estaba capacitado para dar c...