Bailando con la traición | Erótica + 18 | Parte 1/4 Completa ✅

Capítulo 16 - Parte 2

Lo mucho se vuelve poco con sólo desear otro poco más. - Francisco de Quevedo

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Las manecillas del reloj estaban próximas a las doce y él estaba tan duro, que estaba al corriente de que la espera no iba a ser la planeada. No podría soportarlo.

Condujo ansioso al "Destiny". Quería jugar con Melanie y aquel era el lugar indicado para ello. Ella extrañamente, al llegar al estacionamiento del club, sintió un atisbo de decepción. No guardaba un buen recuerdo de su última experiencia y pensaba que Dorian la disfrutaría por completo. Ambos avanzaron nuevamente, sin apenas unos centímetros de distancia. La mano de Dorian volvía a rodear la cintura de ella y se encargó de no soltarla durante todo el camino. El club estaba lleno, aunque era sábado y no era de extrañar. Él oteo el lugar con un vistazo rápido y se dirigió al pasillo final.

-¿Dónde vamos? -preguntó ella extasiada.

-Es una sorpresa.

Atravesaron un largo pasillo hasta llegar a la estancia deseada. Dorian la posicionó frente a la puerta mientras se hacía con un antifaz negro que llevaba en el bolsillo interior de su chaqueta. Sin mediar palabra, lo colocó tapando los ojos femeninos y tecleó algo en la puerta que ella ya no pudo ver.

-En la cena, te he privado del tacto y ahora te voy a privar del sentido de la vista. ¿Te fías de mí? - Ella asintió temblorosa - Guíate por el oído, podrás escuchar, pero sobre todo, podrás sentir.

Ambos atravesaron el umbral y Dorian la fue guiando hasta dejarla en el centro de la habitación. La respiración de Melanie era agitada, no la gustaba encontrarse así, sin poder visualizar lo que ocurría a su alrededor. Dorian aprovechó para aproximarse a ella y rozar su nariz con mimo, deslizó el dedo pulgar por el labio inferior y el corazón de Melanie se aceleró. Ella estaba expectante, deseaba ser besada, cuando escuchó el sonido de la puerta. Alguien entraba. Su respiración se hizo más pesada. El hermano de Kiara, se separó unos metros para revisar a la persona que había accedido y ella se sintió abandonada en aquella penumbra.

-Desnúdala -ordenó al invitado mientras que él se quitaba la ropa.

La tercera persona avanzó y obedeció. Melanie sintió como unas manos que no conocía la tocaban sobre la tela del vestido. A continuación, avanzó hasta bajar la cremallera del costado y sintió como las yemas de esa persona perfilaban su clavícula para descender hasta el montículo de sus senos que despuntaban, acariciándolos.

-Limítate a desnudarla -dijo Dorian con seriedad.

El contacto con esa persona se perdió y noto como tiraban de la prenda para deshacerse de ella. Levantó una pierna y después la otra para permitir que quitase el vestido que rodeaba sus pies. Melanie jadeó ante la voz de autoridad que Dorian estaba utilizando y esperó ansiosa la siguiente orden.

-Quítale el tanga.

Dorian supervisaba cada movimiento del invitado. Este hincó los dedos en la cinturilla de ella, cogiendo el hilo de su ropa interior y la bajo admirando la humedad, no solo de su intimidad, sino también de sus muslos. El invitado relamió sus labios ante la suculenta tentación que tenía frente a él. Dorian le hizo un solo movimiento de mano para que se apartase. Melanie volvió a quedarse completamente expuesta y abandonada. Apretó las manos, ansiosa e intento agudizar el oído, pero no logró escuchar apenas nada y lo poco que oía solo la confundía más. De pronto, la vibración incrementó y chilló de placer al sentir aquellas nuevas descargas, doblándose de placer, a la vez que apretaba los muslos.

Sintió como alguien la alzaba, levantándola del suelo y supo que era su soldado por la fragancia que manaba. Sin pensárselo, le rodeo con los brazos y lanzó un suspiro al notar como la depositaba sobre un mullido colchón. Dorian la analizó y pasó sus dedos por los pezones doloridos de ella.