Bailando con la traición | Erótica + 18 | Parte 1/4 Completa ✅

Capítulo 22 - Parte 2

El hombre es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio. – Platón.

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Melanie se colocó de cuclillas junto a la silla de Maverick. Esté estaba sentado en una silla de ruedas, que poco o nada le gustaba. Podía andar, pero para trayectos largos se ayudaba de ella y aunque había intentado no sacarla aquel día, Marco la había preparado y sacado para él. El hombre sonrió a aquella castaña que siempre le deleitaba con un jocoso baile.

—¡Vaya Maverick! Tienes muy buen aspecto.

—Hija, a ver si tú eres capaz de convencer a este trío que piensa lo contrario —graznó malhumorado —. Piensan que soy un viejo incapaz de valerme por mí mismo.

—Vamos papá, si yo fuera tú estaría encantada de que un hombre como Marco se preocupase por mí y me llevase de un lado para otro.

—¡Te lo regalo! —farfulló visiblemente molesto — ¡Verás la gracia que le hará a tu marido!

—Papá —susurró Dorian colocándose a su lado para darle un cariñoso beso —, no seas como un niño. Estoy seguro de que la ayuda de Marco te vendrá estupendamente y no solo a ti, sino también a mamá. ¿Instalaron todo lo necesario?

—Sí hijo, vamos, te lo mostrare.

Dorian accedió ante la petición de su madre y ambos abandonaron el salón para que pudiese ver todo lo que habían instalado para su padre. Lo primero que destacaba y que había visto nada más llegar era una silla eléctrica al píe de la escalera para subirle y bajarle con facilidad. Los aseos estaban acondicionados, no solo el lavabo, sino también la zona de la ducha, con agarres y una silla que le permitiese ducharse y lavarse solo si así lo deseaba. Observó todo y se mostró satisfecho con el resultado. Briona estaba encantada y aunque su marido no había hecho más que quejarse desde el otro día, sabía y era consciente de qué también estaba complacido por el cambio.

Melanie observaba con atención como Maverick despotricaba contra su hijo. Era increíble como él veía vergüenza y humillación ante un acto claro de amor y bondad. Ella había sido consciente de como Dorian había salido a altas horas de la noche ante la llamada de preocupación de su madre. ¿Dónde estaba el corazón de aquel hombre herido? ¿Por qué no era capaz de reconocer y agradecer los actos de su hijo? Kiara fue a por una jarra de agua y ella aprovecho para sentarse junto al hombre mayor...

—Siempre he sabido que eres un hombre inteligente. ¿Por qué no te limitas a darle las gracias a tus hijos? Vamos, sé que eres consciente de que ambos se preocupan por ti. Dorian ha movido cielo y tierra para que tuvieses todo esto cuanto antes.

—No necesito ayuda, Melanie.

—Admitirlo no te hará peor persona. No se trata de que te sientas menos por necesitarla, al contrario, deberías sentirte importante porque tus hijos están dispuestos a entregarte todo para que tú y Briona estéis en perfectas condiciones.

El hombre mayor la miró con ternura. Sabía que tenía razón. Sus hijos siempre se habían preocupado por su bienestar y aquello no tenía que significar otra cosa distinta. Dorian la otra noche, había corrido a su lado y en lugar de burlarse, se había limitado a ayudarle e intentar hacerle entrar en razón para que usase el andador. Su hijo accedió al salón y miró perplejo la estampa que tenía frente a sus ojos. Melanie sostenía con mimo la mano de su padre.

—Perdóname hijo —murmuró cabizbajo —. Prometo tener más cuidado y aceptare la ayuda de Marco, aunque no permitiré que me lave el culo...

—Me sirve, papá —admitió abrazando al hombre y vocalizando un mudo y claro G-R-A-C-I-A-S dirigido a su compañera de juegos. Ella asintió, sonriente —. Ya veo que la bruja de Melanie te ha hechizado —bromeó pizpireto al ver como su hermana y su madre accedían al salón.