midnight train

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la luz anaranjada del sol se postraba en mi cuarto, los rayos de luz se escabullian entre los pequeños espacios que la cortina dejaba pasar tras cada choque de aire, alumbrando apenas una ligera parte del suelo, el mismo en que me encontraba sentada, moví mis vans desamarradas hasta el rayo que se azotaba en el suelo, un cuarto en una completa aura de paz arropando a un ser de guerra y vulgaridad, mismo que se humillaba y destruía sentado en el piso, sosteniendo una navaja con la mano derecha, los pantalones hasta los tobillos, unos vans desamarrados y una toalla bajo su cadera.

era tan solo un ser vulgar y de guerra buscando encajar en la paz de su alrededor, tratando de liberar cada impureza al filo de una navaja y arrastrarlos en un mar de lágrimas, esperando que se ahogaran en el fondo de los pensamientos, donde tal vez flotarian pero estarían tan a la lejanía que serían casi invisibles para la salvación, la vulgaridad encarnada era desafortunada de tener un pecho adolorido, causa de retener cada grito de sufrimiento que este, mi débil cuerpo apenas podía detener.

mi mano derecha sobre mi boca, sosteniendo mi nariz evitandome rescatar aire que solo me haría sentirme más vacía, y mi mano izquierda sosteniendo mi estómago que no solo dolía, sino que ardía debido a los ligeros cortes que la navaja realizaba.
tal vez me podría librar del dolor tras cada corte, pero no me liberaría a enfrentarme a mi misma y ese sentimiento de culpa y oprobio que me causaba el notarme recayendo por tercera vez en una semana. afrontar y revivir los pensamientos de aquel día, en el que no pude más, y me hice una misma con mi miseria, encerrada en mi baño.

este era un grito de auxilio que no estaba dispuesta a que nadie escuchara.

las náuseas aparecieron y me apresuré a limpiar mis piernas antes de que pudieran soltar una gota en el suelo, levantándome para recorrer la caminata de la vergüenza hasta el baño, donde me encontraba vomitando ya.

tiré de la palanca y me levanté del piso para abrir la llave de la regadera y comenzar a deshacerme de mi ropa, levanté del suelo la toalla que se me había caído y la acerqué al lavabo, intentando quitar la mayor cantidad posible de mi vergüenza de aquella tela absorbente.

esta era una rutina a la que me aferraba con uñas y garras, no conocía otro sentimiento que no fuera el de la vergüenza y la pena y sentirme fuera de este me aterraba, tal vez por eso cada vez que yeosang estaba conmigo y me hacía sentir bien, cambiaba mi humor por completo, separándome de mi sufrimiento y distrayendome de mi dolor, lo cual hasta cierto punto me favorecía, pero no podía ocultar ese extraño sentimiento de que en algún momento eso acabaría, en algún momento se iría de mi vida y sería ahí donde ya no sabría vivir sin la adrenalina y emoción que él causaba en mi, y me sentiría como si cayera al vacío, esperando por sentir algo nuevo y diferente a las náuseas de caer a un vacío sin fondo.

me preguntaba si un solo beso de mi padre en la mejilla y una pequeña palmada en la espalda me brindarían esa tranquilidad que tanto me he forzado a encontrar en aquellos filos.

sabía que estaba en este punto donde un solo movimiento en falso, un solo momento a solas, sin compañía, sin distracción, podría desatar todo lo que había estado manteniendo a un lado, sin embargo, cada que pensaba en hundir un poco más aquella navaja un rostro aparecía frente a mi, pensando en aquella tarde donde lo vi por primera vez. y es que no había peor juego en mi rutina que esperar que apareciera de un momento a otro para sacarme de mi casa y así olvidarme del pesar que intento olvidar, teniéndolo a él.

tal vez las mismas noches donde tapaba fuertemente mi boca evitando que un grito de dolor saliera sin aviso, se habían vuelto mi única esperanza.

ghosting. 𝘬𝘺𝘴 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora