Rubén me observa esperando una respuesta.
Realmente no sé qué responder.
—Mi prometido... —comienzo y me corta.
—Sé que no estás comprometida, Shelley —me observa burlón y quiero borrar esa sonrisa.
Ahora sí que mató a Oliver. ¿No podía mantenerse callado?
—Con prometido o no. No saldría contigo —declaro.
Lo veo levantar una ceja y se acerca un poco más a mí. Doy unos pasos alejándome de él hasta chocar con la encimera.
—¿Estás segura? —pregunta cuando está a escasos centímetros de mí.
—Si, muy segura —agradezco que mi voz no se vea afectada por su cercanía.
—Bien —murmura con una sonrisa y se va. Y suelto el aire que contenía.
—¿Pero qué acaba de suceder? —pregunto a la nada— ¿Por qué está actuando así?
—¿Quién? —pregunta Analía, asustándome. Se ríe.
—El guardaespaldas de tu esposo.
—¿Rubén? —pregunta curiosa y entrecierro mis ojos.
—¿Dónde estabas? —mira hacia un lado antes de verme—. Traidora.
—¡Oye! Él lo pidió amablemente —se cruza de brazos, refunfuñando.
—¿Qué tan amable? —indago, curiosa.
—Tan amable que llamó a tu hermano para poder pretenderte —abro mi boca asombrada—. Aunque tu hermano le dijo unas cuantas groserías antes de dejarlo.
—¿Él hizo qué? —se encoge de hombros.
—Lo que escuchaste. Diego le dijo que si podía.
¡Joder! ¿Todos están conspirando en mi contra?
—Oliver le contó a Rubén que no estoy comprometida —me quejo y ella achina los ojos.
—¿Le contaste?
—Sí... bueno, él escuchó a Bruno y luego yo solo se lo confirme —me observa y me remuevo en mi lugar—. ¿Qué?
—¿Estás segura de que no querías que Rubén se enterará?
—Por supuesto que no quería —refunfuño.
—Y decidiste decirle a Oliver, quién es el mejor amigo de Rubén desde hace años —dice lo obvio—. ¿Realmente creías que no le iba a decir? O ¿Eso es lo que realmente querías?
—No...
—Rubén todavía te gusta —afirma—. Pero estás molesta por su rechazo del pasado.
—¿Eres psicóloga? —me burló de ella.
—Jared me dijo por qué lo hizo —eso quita mi sonrisa—. No debía, pero en serio quería comprender el motivo por el cual siempre termina lejos de ti.
—Analía.
—Él actuaba igual que tú, Shelley —quito la vista de ella—. En esa época.
—Me iré —murmuro saliendo. Siento como las lágrimas quieren salir.
—¡No todos lidian con el dolor de la misma manera! —grita detrás de mí.
Camino rápido a la salida y ella no me sigue. Esa es una buena decisión.
Limpio la lágrima que cae con rapidez y atravieso por el pasto para poder llegar más rápido a la salida.
Quizás fue una mala idea volver. Debería de haberme quedado en Italia.
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Siempre has sido tú [#2] ✓
Любовные романыLibro 2 de la bilogía: Mafia. Cuando Shelley descubre que una de sus mejores amigas está en peligro y a punto de irse de la ciudad, decide que una mejor solución sería su hogar. Así que, ahora vive con sus mejores amigas y los esposos de ellas, sin...