UN POCO DE TI

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Si alguien le hubiera dicho que en el futuro habría un gran hijo de puta que sería capaz de casi matarlo, no dudaría en arrancarle la lengua y metérsela por el culo. Porque según él no había nadie que pudiera hacerlo sin morir en el intento.

Pero ahora era diferente, aunque sus ojos veían una y otra vez ese vídeo que tomaron de las cámaras de seguridad de la guarida secreta de Mina, dónde un conejo enmascarado entraba y mataba con facilidad a todos los guardianes de esa alíen, no podría creerlo.

Mucho menos aceptar que ese bastardo infeliz fue capaz de casi matarlo, no lo diría en voz alta porque no podía hablar por tener la garganta hinchada por el golpe que recibió, pero si no hubiera sido por la policía lo más probable es que estaría muerto.

— No puedo creer que hayas tenido tanta suerte — la voz de Mitsuki a su lado solo lo hizo fruncir el ceño, al parecer no tenía porque decir algo tan obvio.

— L-La pr-pro — ya no pudo decir más al sentir ese ardor recorrer su garganta y el deseo de tragar saliva se viera difícil de hacer. Así que prefirió no hablar porque dolía horrores.

— Viendo el vídeo solo puedo ver a un asesino profesional jugar — esas palabras molestaron mucho a Katsuki, pero no pudo decir nada aunque su mente se llenará de mierda y media por pensar en su venganza.

Y es que, ¿Cómo no estar enojado cuando él desde su niñez fue entrenado para jamás perder ante nadie y poner en alto el clan? Para que viniera un hijo de puta y le diera una patada en el culo como si nada bajandolo de su nube en el paso.

— Se que también estás así por Kirishima, pero descuida, pronto estará mejor —. Ese era otro punto que hacia enojar al rubio al recordar que desde que pelearon con ese bastardo, lo cual fue hace tres días, Kirishima aún no despertaba aunque los doctores dijeron que no había nada grave y que en cualquier momento lo haría. — Katsuki — el llamado tan directo que hizo la rubia dejo a su hijo realmente serio al creer que diría — aún no se sabe nada de este sujeto, ni para quien trabaja o de quién recibe órdenes, por eso no harás nada hasta que yo de la orden, ¿Quedó claro? —.

Katsuki estaba por negar con la cabeza al creer que una vez recuperado, podría ir a buscar a ese infeliz y hacerlo besar el suelo dónde pisaba, pero la mirada severa de su madre le dió a entender que no estaba jugando y que le ordenaba como su líder y jefa del clan.

Por lo que solo asintió a regañadientes antes de ver qué su madre se levantó del sillón.

—¿A-A d-don-dde — la rubia poso su mano sobre la cabeza de su hijo antes de revolverle los cabellos con cariño.

— No puedo dejar que ese malparido ande por ahí con correa suelta, y menos que se meta con mi hijo — Katsuki alejo la mano de su madre y se levantó del sillón mientras buscaba con la mirada su chaqueta. Mitsuki se dió cuenta que su hijo la iba a acompañar, por lo que lo detuvo del cuello de su camisa y lo sento de nuevo al sofá con fuerza. — Olvídalo, tú tienes tu forma de buscar información, y yo la mía. Así que quédate aqui, regreso al rato —.

El rubio murmuró basura intendible al ver que eso no estaba en discusión. Al fin y al cabo su madre jamás se metía en sus asuntos, siempre y cuando no jodiera a otros clanes. Era como un pacto entre ellos de no meter las narices dónde no se decía nada y esto era una de esas ocasiones. Por eso prefirió quedarse y ver quizás un rato de televisión.

Mitsuki aunque no lo demostraba, estaba que hervía de coraje al ver que su hijo casi moría a manos de ese bastardo infeliz.

Debía saber quién era y para quien trabajaba y si ningún clan lo tenía bajo su mando, entonces tendría que hacer lo posible para desaparecerlo del mapa al verlo como una amenaza muy poderosa.

CORAZÓN DE HIELO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora