Sexo telefónico

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Gerard había comprobado que tanto Lindsey como Bandit estuvieran dormidas antes de bajar a la sala y tomar lugar en su sofá favorito, acomodó su pijama antes de sentarse y desbloqueó el celular, estuvo un rato mirando a la nada cuando una idea, más bien, una persona, se vino a su mente. Sonrío para sí mismo y marcó el número que ya conocía de memoria, luego de unos instantes, una ronca y pastosa voz contestó al otro lado de la línea:

 — ¿Gerard? ¿Por qué llamas a esta hora? Son casi las tres de la madrugada.

— ¿Cuál es el problema? Solías llamarme incluso más tarde cuando estabas ebrio. —contestó divertido ante la reacción del interlocutor. 

 Apoyó entonces el codo en el sofá y comenzó a frotar su barbilla al tiempo que mantenía el teléfono pegado a su oreja, sonrío al escuchar la pesada respiración, eso quería decir que no lo dejaría hablando solo esta vez. Relamió sus labios antes de dar el siguiente paso.

 — ¿Qué quieres?

 — ¿Qué traes puesto? —preguntó Gerard.

 —  Dime...

 —  Sólo quiero saber qué traes puesto —pidió.

 — Una camiseta negra y... —se detuvo por instantes, Gerard quiso saber por qué tardaba—  ¿Por qué preguntas?

 —  Curiosidad.

 —  Y ropa interior, sólo eso.

 —  Estás demasiado descubierto, podrías enfermar... déjame hacerte entrar en calor, Frankie.

 —  ¿Por...?

 — Me preocupo por ti, Frankie, es todo.

 —  ¿Te preocupas? —una ronca carcajada llegó a los oídos de Gerard, se presionó contra el sofá sólo ante las sensaciones que escucharlo producían en su cuerpo.

 —  Sí, lo sabes —dijo con voz suave, perdiendo por momentos la intención de la llamada. El siguiente silencio le ayudó para recuperar la compostura. Sonrío al escuchar el suspiro de Frank.— Ve a tu estudio, ahí las niñas no podrán escuchar.

 —  ¿Escuchar qué? —preguntó Frank después de un rato.

 — Tus gemidos, tonto.

 — ¡Gerard! —exclamó Frank en un grito ahogado, Gerard tuvo que contenerse para no reír ante esto. Se acomodó el mismo en su pequeño sofá y llevó su mano a su pierna ahora, tamborileando sobre el muslo cubierto por la delgada tela del algodón.

 — Vamos hazlo, sé que quieres... sé que Jamia no te llena como yo lo hago, hazlo Frankie, regálame una noche —pidió Gerard, estaba seguro que podría escuchar el tono de marcado al otro lado, pero para su sorpresa escuchó un trajeo y momentos después Frank volvió a hablar.

 — Ya, voy al estudio.

 —  Cierra la puerta detrás de ti.

 — ¿Cómo...?

 — Ciérrala, no queremos interrupciones.

 — Ya está.

 — Ahora ponte cómodo, tu sofá, ese junto a la caja de mezclas estará bien.

 —  Lo moví a la ventana  —se apresuró a mentir, sólo quería sacar a Gerard de su zona de confort, no tenía razón, no siempre estaba en lo cierto.

 — No es cierto, sigue dónde lo dejé cuando te ayudé a poner los muebles.

Frank se quedó en silencio, tenía razón.

talk dirty to me ・ frerardWhere stories live. Discover now