Frank estaba cumpliendo 24 años ese día. Pero claramente él no tenía como saber eso. Los días y las semanas se habían convertido en lo mismo y volaban con una prisa de la que no tenía control. Rara vez tenía que preocuparse del tiempo en torno a él. Incluso el clima había pasado a ser algo en segundo plano. Dentro de la casa nunca hacía frío. Se había acostumbrado a estar desnudo con tanta prisa que rara vez sentía frío. Sólo podía comprender qué clima había según las ropas que su captor traía puestas. Pero últimamente incluso eso comenzaba a perder sentido.
Frank había comenzado a olvidar diversas cosas. Los rostros de las personas que solía conocer, hechos sobre su vida pasada, nombres, números y direcciones, todo eso estaba difuminado ahora en su memoria, era como un extraño sueño. No era información que le perteneciera.
Todo eso había acelerado su deterioro mental. Pero no había forma de revertir eso. Ahí dentro no tenía como mantener su cabeza activa. Su captor lo mantenía encerrado en una habitación sin ventanas y la puerta era abierta sólo cuando lo llevaba a su habitación. No había iluminación ni ruidos cuando él no estaba ahí. Cuando él no estaba, sólo existía Frank y nada más. Él lo había tomado desde su propio vehículo hace tres años ya, lo había visto un par de veces. Pálido, alto, delgado... su nombre era algo parecido a Gerald. Pero no lo sabía con exactitud. Le había pedido un aventón y entonces... entonces su vida había cambiado para siempre. Nunca nadie fue a buscarlo ahí, y si fueron no se enteró. Él nunca le hablaba de nada ni le permitía ver televisión o escuchar la radio. Sólo existían ellos dos en ese nuevo mundo. No habían visitas ni mascotas, nada que lo entretuviera en los ratos en que él no lo necesitaba. Los estímulos eran nulos. Después de que se hubiese resistido tanto tiempo a comer, él había optado por poner un gag con un agujero en el centro en su boca, a través de él forzaba una vía delgadísima que bajaba hasta su garganta y alimentos cremosos bajaban hasta su estómago para mantenerlo sano. Sus desechos eran extraídos de la misma forma, ya ni siquiera protestaba. Solía estar encadenado a esa cama durante horas hasta que él llegaba del trabajo e iba a dedicarle algo de tiempo. A veces ni siquiera le daba eso y lo dejaba muriendo de hambre hasta el día siguiente. Con su vejiga llena a reventar... sintiéndose menos que un humano.
Frank nunca había sido demasiado alto así que para él era fácil cubrir sus ojos y tomarlo en brazos para trasportarlo a través de la casa hasta su amplia habitación. Cada vez que eso sucedía Frank temblaba de miedo. A él le gustaba jugar rudo.
Él comenzó a notar su deterioro mental al ver que Frank ya no protestaba en lo absoluto. Había dejado de quejarse y de pedir clemencia. Ya nunca forcejeaba cuando él lo alimentaba. No le pedía absolutamente nada. Y ni siquiera se quejaba cuando él lo castigaba por su comportamiento. Pero lo más notable de todo fue que Frank comenzó a desarrollar un apetito sexual que sólo podía saciar durante sus pocos minutos con él. Durante el primer año las necesidades sexuales de él eran algo que le costaba soportar. Intentaba hacerlo terminar rápido para que lo dejara en paz hasta el siguiente día.
Pero ahora todas sus inhibiciones se habían ido al cesto de la basura.
Cuando él entraba a la habitación comenzaba a gemir a través del gag y a mover sus caderas, ofreciéndose su cuerpo de forma explícita. Ser follado era la única cosa que podía disfrutar de su vida actual y realmente intentaba aprovecharlo. Y él lo había notado, pero realmente no le importaba. Él usaba su agujero igual que antes, y Frank se apegaba a él cuanto podía y se balanceaba sobre su pene, intentando tener más de él. Realmente necesitaba más de él.
Pero cuando él notó la forma en que Frank intentaba lograr el mayor número de orgasmos en sus encuentros sexuales, una idea llegó a su mente. Y volvió un día a casa con una bolsa de plástico y se dirigió inmediatamente a la habitación de Frank. Por primera vez en varios días encendió la luz y Frank tardó un buen rato en acostumbrar la vista. Alzó la cabeza desde la almohada y se sorprendió al ver el dildo más grande que alguna vez había visto, un control remoto con solo dos botones y un cinturón de metal realmente extraño. Frank lo miró con algo de miedo, pero también muchísima curiosidad.
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talk dirty to me ・ frerard
FanfictionRecopilación de Oneshots con o sin temática central. Lo único que encontrarán acá es lemon (situaciones sexuales explícitas).