CAP. 13-- MELIFLUO

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Melifluo: Un sonido excesivamente dulce, suave o delicado.




En el capítulo anterior…


Sonó la puerta. Victoria fue a abrir.


V: ¡YA voy Juli! Oye, llegas tarde, te dije a en punto y son las… Abre la puerta.
V: … Federico …



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Sus miradas conectaron inmediatamente diciendo muchas cosas sin palabras de por medio, Federico corrió a abrazarla apretando su cuerpo con una inmensa necesidad.


F: Victoria…


La morena se quedó totalmente paralizada, no se esperaba verlo tan inesperadamente, sus ojos denotaban una calma infinita cerrándolos pausadamente, sus manos reaccionaron y comenzaron a acariciarle los brazos y la espalda mimando cada centímetro de su piel. Sus corazones volvían a latir como si fuesen uno solo, cómo si fuese imposible palpitar el uno sin el otro.
Después de varios minutos gozando aquel hermoso y sentimental abrazo se separaron lentamente, ella aprovechó para cerrar rápidamente la puerta, pero sin perder el contacto tanto visual como físico con aquel guapo hombre. Federico la seguía sosteniendo por la cintura con una mano y con la otra se dedicaba a acariciarle el pelo, ella por su parte le acariciaba los brazos suavemente.


F: Estás… Preciosa… (la miraba como quien mira a un tesoro)


V: Que bien te queda la barba… Estás muy guapo. (reía con amor)


Sonríen y se miran los labios. Él se acercó para besarla.


V: Espera Federico… (Mientras le ponía un dedo en los labios) Creo que tenemos que hablar, ¿Qué haces aquí?


F: He venido a recuperarte.


V: No deberías estar aquí… (Se separó completamente tomando distancia) Si alguien se entera que estás aquí podemos meternos en problemas.


F: ¿Problemas? ¿Qué clase de problemas?


V: Creo que esto va para largo… ¿Quieres algo de tomar? ¿Café?


El hombre asintió con un leve movimiento de cabeza mientras se dedicaba a observar el pequeño y acogedor apartamento, tenía la cocina pequeña integrada en el comedor, no muy lejos se veía una habitación y un baño. Se sentó en un taburete que había en la cocina mientras platicaban y observaba a Victoria haciendo el café.


F: Tú nuevo hogar es muy bonito, se ve muy acogedor.


V: Si, la verdad es que me siento muy cómoda aquí.


F: ¿Y la clínica?


V: Pues como siempre, estoy yendo casi a diario a trabajar, hay muchas urgencias últimamente.


F. Ah… ¿Y por qué cada vez que iba no te encontraba?


V: Federico, no es conveniente que nos veamos.


F: Victoria por favor, ya, deja de darle vueltas a la historia y cuéntame de una vez que está pasando.


V: (Lo miraba mientras jugaba nerviosa con sus deditos)  Ante todo me gustaría pedirte disculpas por haberme ido sin darte una explicación, sé que te la merecías pero créeme que tengo mis motivos.


F: Te escucho.


Tomaron cada uno su taza de café y se dirigieron a una pequeña terraza con vistas al mar que estaba junto al comedor. Se sentaron en dos sillas, ese día hacía un tiempo maravilloso, el sol mostraba un aspecto de lo más brillante y sonriente, el mar en calma… Había algunas familias que disfrutaban libremente de aquella belleza de playa. Victoria se apoyó en la barandilla.

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