Capítulo VIII - 22 de julio

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Narra RUBÍ

Estaba completamente distraída observando a aquel chico pelirrojo hacer cosas de un lado al otro, todo lo hacía sin siquiera mirarme, me parecía extraño, pero a la vez era mejor, entonces controlaba las ansias que tenía por un abrazo suyo u otro de sus besos.

En terapia, hace unos años, el psicólogo me había comentado que para algunas personas la mejor terapia puede ser un abrazo de una persona que transmita seguridad, comodidad y empatía. Pero también me aclaró que debo tener cuidado con esta clase de abrazos, porque pueden volverse adictivos.

¡Pero vamos! A este joven lo abracé muy pocas veces cómo para pensar en que debo cuidar de que sus abrazos no se conviertan en algo que necesite para sentirme mejor.

Decido mirar mi celular, veo la hora, veo la fecha, veo unas notificaciones de instagram.
Pero de pronto me doy cuenta, recuerdo que es 22 de julio la fecha que marca el móvil. Me sobresalto, bajo de la encimera de un salto y cómo loca, vuelvo a mirar la hora en mi celular, marca las 12:34.

¡Oh no! Miró de nuevo la fecha, la hora, la fecha, la hora. Las ganas de llorar me invaden, solamente un mensaje de papá, que acaba de llegar me hace volver a reaccionar. Apenas me doy cuenta salgo corriendo de la cocina a buscar a Luis, necesito ir a casa, necesito estar en casa ya mismo.

-¡Luuuuiiiis! A casa, Luis, vamos a casa ya, por favor. ¡Vamos!

Una confundida Mía al verme así mira fulminante hacia la persona tras de mi, que noté acercarse preocupado.

Unos segundos después Luis comienza a hacer algo que nos deja sin palabras a las tres personas que estamos allí, solamente lo miramos fijamente.

***

Rubí huyó, y sí, volvió a llorar... ¿Por qué habrá sido esta vez?

¡Un capítulo súper corto por ahora! Mañana publico el siguiente ❤️

La chica del abrigo Amarillo - Preciosas mellizas #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora