Una semana después en la cafetería de su colegio Rubí intentaba esconderse tras sus lentes oscuros y la capucha de su gran campera negra, el frío calaba sus huesos y la vergüenza aun más.
Todos creían tener el poder de saber la verdad, todos opinaban sobre su familia, sobre las notas de los diarios y noticieros, sobre su rara relación totalmente distante con Esmeralda.
- ¿No se quieren porque no son hermanas?
Dijo una chica detrás de Rubí, que sin querer escuchar más dejó su chocolate caliente allí y se fue a tomar un poco de aire, mientras pensaba cuál sería el lugar mas solitario del enorme instituto, ella solamente buscaba paz.
Dando pasos apresuradamente se dirigía a la terraza, lugar prohíbido en el instituto. Cuando se disponía a atravesar la valla de seguridad chocó a alguien, sin mirar su rostro corrió a su lugar.
Su padre había cursado su ciclo escolar en aquel lugar, le contó de su guarida y ella decidió adoptarla como propia, servía de refugio y era un lugar donde nadie la encontraba.
Pero ahí estaba él, Exequiel la observaba desde la valla intentando cambiar de idea y no volver a acercarse a esa muchacha, pero en contra de su propia voluntad su corazón no le permitió alejarse de allí.
Fijó su mirada en esa puerta. Era especial, nunca nadie podía abrirla ¿Cómo es entonces que la pequeña entró sin problemas? Las ganas de saber no hicieron más que acercarle a ella, miró por unos segundos más y abrió la puerta. “Que niña torpe” pensó él al notar que no estaba trabado el acceso al lugar.
No la veía, estaba todo demasiado obscuro, pero escuchar los sollozos de ella le partió el alma, ¿si no la conoce por qué le importa tanto?
Prendió la linterna del celular apuntando al lado derecho del lugar, y se encontró con esos ojos brillantes por las lágrimas.
Rubí volvió a sollozar y cubrió su rostro. A la vez pronunció en lo que fue prácticamente un susurro: -¿Qué hacés acá? ¿Cómo pudiste entrar?
-Te olvidaste de asegurar la puerta Pequeña, después de chocarme corriste a este lugar y te encerraste aquí, no fue difícil hallarte. –respondió él, se acercaba a medida que hablaba, hasta sentarse al lado del puff en el que se encontraba la muchacha.
Sin pensarlo estiró su brazo para acariciar el rostro de la chica quitando sus lágrimas y luego recostó su cabeza contra la pared, volviendo a hablar. –Si necesitas un hombro para llorar acá estoy.
-No…- empezó a contestar ella, pero él sin dejarla seguir la interrumpió.
-Si no quieres no digas nada, pero dicen que a veces hablar con un desconocido hace bien. –la mira y vuelve a hablar con una voz un poco más dulce al notar que sonaba brusco –castaña, también puedo abrazarte si eso necesitas.
Rubí lo miró, aquel joven de aspecto frío y rudo ofreciendo un abrazo que ella necesitaba más que el mismísimo aire para respirar.
La confusión en ella fue notoria, por lo que él comenzó a tomar distancia, hasta que notó aquellos pequeños brazos rodeando su cuello. Ella prácticamente se había abalanzado sobre él, quién rodeó con las piernas de la chica su cintura, y al no saber qué hacer, se levantó con ella acomodándose en aquel puff.
Sentir las lágrimas en su camiseta le provocó tantas sensaciones que no llegaba a entender, y con la chica en su regazo todo era más difícil de pensar.
Rubí lloró hasta el cansancio de tantas noches sin dormir bien llegó a ella y a ese momento de extrema comodidad en los brazos de aquel desconocido muchacho.
Se acomodó y acurrucó en el pecho de Exequiel, lugar en el que ni siquiera recordaba estar, pero el calor que emanaba de él era justo lo que necesitaba para rendirse a los brazos de Morfeo.
***
Siempre quise tener un puff ¿Aunque quién tiene uno en un rincón secreto de su instituto?
Jajajaja, pero la protagonista tiene plata, entonces puede tener un puff dónde quiera ¿No?
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La chica del abrigo Amarillo - Preciosas mellizas #1
Roman pour AdolescentsRubí y Esmeralda son mellizas, hijas de una famosa ex-modelo y un economista. Tras la separación de sus padres, revolucionó las redes la pregunta: ¿Esmeralda y Rubí Luck White realmente son hermanas? Entre el dolor, la confusión y las ganas de huír...