Capítulo V - El ferrari

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Luego de ver mi móvil llamo a Exequiel, nerviosa espero que conteste, y cuándo lo hace no permito que llegue a hablar mucho porque lo interrumpo -¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Te robaron?


-Hasta que por fin respondes - la tranquilidad en su voz me exaspera, no me ayuda a tranquilizarme. Por suerte continúa:- mi motocicleta dejó de funcionar, la noche no me permite arreglar y no hay grúa que trabaje a estas horas.



Suspiro, sin dudas que lo hago, no es por qué me preocupaba tanto, pero me sentía culpable por haberle hecho perder tanto tiempo. No había mirado mi celular, y tengo que admitir que antes de dirigirme a mi cuarto y a la sala joven, pasé por la cocina, charlé un poco con la cocinera, luego con el jardinero y recién después de eso junté las fuerzas que necesitaba para llegar a mi cama, cueste lo que cueste.



-¿Y qué tengo que ver yo? ¡No sé arreglar motocicletas! -expreso ingenuamente.



-No es eso tontita, estoy frente a la mansión ¿Podría dejar la moto en su inmenso garaje? Mañana a primera hora la buscaría, pero hoy por la distancia que hay hasta la ciudad ya no encuentro otra opción, realmente odio molestarte con esto a esta hora, disculpa.



-¿Quién hace un rato me trajo hasta acá? Esa moto, así que no hay problema ¡En un minuto salgo! - finalizando la llamada miré la hora, 10:13 p.m. marcaba mi celular, me apresuré a ir al baño a lavarme la cara, arreglar un poco mi cabello y cambiarme aquella incómoda ropa escolar.



Tal vez le dije un minuto y tardé más tiempo... pero en mi defensa soy una adolescente queriendo quedar bien frente a un joven. Bajé las escaleras sin pensar que me cruzaría nuevamente con PEPE. Traté de ignorarlas, costó pero lo logré. Llegando al portón principal me encontré a Luis bostezando y dirigiéndose a su casa, claro, ya terminó su jornada laboral a las 22:30, pienso antes de hablar, pero igual decido hacerlo, sin su ayuda no puedo socorrer al pelirrojo.



-¡Luis! -grito al ver que no llegaba a alcanzarlo, el chófer se voltea extrañado y me mira interrogante, por lo que continúo: -Detesto tener que molestarte, pero necesito de tu ayuda un momento.



-Señorita Luck Withe ¿En qué puedo servirle?



-Luis, mi nombre es Rubí, y ya sabés que no me gusta que me digas así. -lo interrumpo antes de que realice más de esas preguntas de cortesía- Toda mi vida viviste en aquella casa- digo señalándola -Y cuándo era pequeña jugaste más conmigo que mis propios padres -le recordé.



Su casa es prácticamente una pequeña extención de la mansión, mi papá siempre se encargó de remodelarla para que sea lo mejor posible, Luis y él fueron amigos desde su infancia, se criaron en la misma casa pero con una abismal diferencia de clases sociales, eso de las clases sociales jamás le molestó a Gerardo, mi papá, sino que utilizó los medios que tenía para mejorar la vida de su amigo.



Amo a mi papá, él no estuvo presente en mi niñez, pero fue un buen hombre en cuánto pudo. Ningún hombre hubiese aguantado los tratos de mi madre, su manera de ser, su perspectiva de vida. Además él me enseñó a tratar a todos por igual, que no soy superior a nadie porel lugar en el que nací o por el dinero que tienen mis padres.



Luis baja su mirada, lo noto raro ¿Quién le habrá dicho algo al respecto de su trato hacia mí? Últimamente había logrado que me trate como a una persona normal y no cómo su "jefa". Temo que mi madre le haya vuelto a amenazar con dejarlo sin empleo por "su trato de preferencia e interés oculto hacia mí".



-Solamente sigo ódenes señorita ¿Desea que haga algo? -reitera fríamente. Las ganas de llorar y la rabia me invaden, pero recuerdo al muchacho que está del otro lado del portón con su motocicleta averiada, no tengo otra opción, necesito la ayuda de este hombre alto y que es físicamente similar a los guardaespaldas de mamá.



-¡Perfecto! Afuera hay un muchacho que necesita su ayuda. Se le rompió la motocicleta, quiero que vea si puede ayudarle a arreglar o qué solución puede dar a su problema.



El asiente, asombrado claramente por mi brusca manera de expresarme. Jamás le había hablado de tan mala manera, pero si le importa tan poco mi opinión y sólo sigue las órdenes de mi madre, tengo que hacerle notar mi molestia.



Un fuerte relámpago nubla mis pensamientos, amo la lluvia, pero con esta situación no creo que sea lo más lindo de sentir. Una lágrima rueda por mi mejilla, no sé si es de rabia, de dolor o de total impotencia. Odio que la gente se sienta más que otros y les hagan pasar tan malos momentos cómo lo hace Grace con sus empleados, y odio aún más que ellos, conociéndome desde niña, aún no sepan que soy completamente diferente a aquella mujer.



No me doy cuenta el momento en el que Luis hace ingresar a Exequiel y a su moto al patio de la mansión, me quedo congelada viéndolos sin poder hablar, sin poder escucharlos, perdida completamente en mis pensamientos.



-Gracias -susurran en mi oído, al mismo tiempo que siento su aliento rozar la piel tan sensible de esa zona, el calor de su palabra llega a darme un escalofrío que recorre todomi cuerpo -tardaste en contestar pero me ayudaste. -él me da un corto abrazo por la espalda, pero dura tan sólo unos segundos, ya que sale corriendo para ayudar a Luis, el cuál lleva la moto hacia el gran garaje.



¿Y ahora qué...? ¿Se quedará a dormir en casa? ¡Si se queda tiene que dormir en mi habitación! Sino mi hermana y sus amigas jamás creerían lo del beso de la tarde, me molestarían demasiado. ¿Qué piensa un muchacho de 19 años de una chiquillla de 15 que lo besa para aparentar una relación y, para el colmo, lo invita a dormir en su habitación la segunda vez que lo ve en su vida?



Sumida en mis pensamientos me quedo inmóvil bajo la entrada de la mansión, no sé cuánto tiempo pasa, las ideas en mi mente no quedan quietas ni un segundo, y menos aún en el momento que veo aquello. La sorpresa me invade y no sé cómo actuar. ¿¡No era que sólo seguías órdenes Luis!? Pienso eso, pero rápidamente intento adaptarme a lo que está pasando.



El Ferrari F430 rojo pasión se acerca hacia dónde estoy, lo único que se me ocurre es que mi madre nos mataría si se entera que alguien movió aquel auto. Al llegar al lado de mí baja la ventanilla del lado del acompañante, lo primero que veo es una gran sonrisa, y hermosa por cierto, el muchacho pelirrojo se veía tan feliz cómo un niño que en su cumpleaños le regalan lo que pidió el año entero. La ternura que me causa es inexplicable y se me escapa una sonrisa.



-Rubí llevaremos al joven a su casa, sube. -ordena un Luis que se encuentra muy feliz, ¿Ahora sí me llama por mi nombre? "La menopausia de los 40 y tantos, ¿También afecta a los hombres?" pensé risueña, sé que no es así, pero no entiendo su bipolaridad. Aunque siendo sincera tampoco entiendo por qué Exequiel va sentado en el frente, codo a codo con Luis, y mucho menos entiendo sus temas de conversación, solamente admiro que vayan hablando tan entusiasmados, cómo si se conocieran desde siempre, cómo si tienen tantas cosas en común.



El resto del camino sigo reflexionando ¿Será que se conocen? ¿Por qué se llevan tan bien? ¿Quién es éste muchacho que parece encajar tan bien en mi vida?

***

Soy una persona demasiado curiosa, es inevitable para mí hacer muchas preguntas, se nota mucho ¿No? Jajajaja

Entonces pobre los personajes que deben hacerse tantas preguntas 😂


La chica del abrigo Amarillo - Preciosas mellizas #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora