·Capítulo dos·

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Capítulo dos.

||Si quieres una dedicatoria aquí, no olvides decirme <3||

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Narra Aure Cyril.

   La sangre manchó mis manos cuando deslicé el cuchillo lentamente por el pecho desnudo del hombre, un sirviente, frente a mí en mi hermosa chimenea. Estaba de pie a la espera de su castigo, tan paciente y valiente como muy pocos. Ni siquiera un suspiro pesado se escapó de sus labios al rozar el cuchillo por su cuerpo. La puerta detrás de mí se abrió, distrayéndome de mi trabajo, donde unos pasos sonaron mientras el líquido carmesí resbalaba por el callado sirviente, desde su abdomen hasta sus pantalones. Mi inexpresión fue suficiente confirmación para demostrarle que aún haciendo daño me aburría profundamente. Pero todos los presentes en esta habitación sabían que lo merecía.

—Aure —llamó ella con su dulce voz, un hermoso tono que no pude quitarle con el paso de los años de mil entrenamientos.

   Ladeé la cabeza y observé sobre mi hombro a la pequeña chica entrando a uno de los salones del castillo, mi castillo. Su blanco cabello caía ordenadamente hacia atrás, rozando su cintura. Sus ojos claros, iguales a los míos y los de su madre, un azúl tan claro que casi se tornaba transparente, me miraban expectante.

—¿Qué necesitas, Calypso?

—Llegarás tarde a tu banquete —me informó, tímida.

—Ojalá tuvieras uno también. Sabrías de esa manera que llegar tarde es una forma de llamar la atención —le aclaré con firmeza.

   Su voz se perdió y bajó la cabeza, cediendo completamente ante mí. Eso me hizo deprimirme lo suficiente nuevamente como para dejar el cuchillo a un costado del sofá y ordenarle al sirviente que se marchara, dejándome con mi pequeña prima, mi niña a cargo. Procedí a colocar en mi cuerpo el hermoso vestido con el que sabía que deslumbraría a absolutamente todos los lores y cualquier persona de alta cuna que se presentase allí. Sabía que de la forma que fuera vestida a mi propio banquete, yo sería la atracción principal de la noche. Porque nadie de mi corte o las demás me había visto a lo largo de cuatro años, donde me forjaba a mí misma como un candado de acero y una espada de hierro.

Hoy salía a Epiphania por primera vez como reina.

Y aunque los rumores sobre mis acciones recorrían cada parte de nuestro mundo, cada boca de todos los reinos, nadie la había visto de primera mano.

Era exactamente lo que necesitaba para que no se volviera una noche tan triste y aburrida como las que solía dar mi madre.

Quizá tomar un prometido cualquiera no esté tan mal después de todo.

Dolor ajeno; era una de las pocas cosas que me hacían feliz en estos momentos.



Reina Infame © [TERMINADA] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora