·Capítulo cinco·

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Capítulo cinco.

Narra Eryx Rune.

   El rostro de Aure parecía ser un rompecabezas, uno de mil piezas que jamás acabarás de armar, ni siquiera empleando toda tu vida. Ella estaba jugando un juego completamente peligroso de una manera tan inteligente que me sorprendía de tal manera que me dejaba sin aliento. Sus expresiones tan calmadas a pesar de ser insultada, ofendida, humillada y expuesta ante todos los reyes de Epiphania. El brillo en sus ojos claros que aparentaba la inocencia eterna y esa mirada tan llena de misterios inconfundibles. Esa subida leve de comisura de sus labios para mostrar una sonrisa vergonzosa. Una falsa, claramente. Una mentira. Ella en sí era una mentira.

   La comida llegó frente a mis ojos sin siquiera notarlo, tan perdido en mis pensamientos que me espantó por un segundo ver las arrugadas manos de la mujer dejar mi plato allí. Asentí en su dirección para agradecer, pero ya se había marchado. Y, por lo que podía ver, ninguno de los sirvientes en el castillo tenía permitido hacer contacto visual con alguno de los reyes. Quizá se aplique también para mí, aunque lo dudo. Me gustaría conocer a los trabajadores. Observé el plato frente a mí, analizando su contenido. Un pedazo de carne de vaca perfectamente cocida se posaba sobre el lado derecho, mientras que en el izquierdo, lo que parecían ser hongos con un relleno exquisito de especias, decoraba su lado. Parecía ser una comida de fantasía, algo que se preparase sólo una vez para éste preciso momento. Elevé levemente la mirada para observar a todos los reyes con el mismo plato. Al menos no me discriminaban en eso.

   El sonido de una copa siendo golpeada con un utensilio llenó mis oídos e inmediatamente giré hacia esa persona, observándola de pie a mi lado. Estaba tan cerca de ella que podía apreciarla perfectamente desde este punto. Su mandíbula afilada, su pequeña perilla, sus largas pestañas, su pequeña nariz respingona...

Se decía que la persona más bella que existió en la faz de la tierra resultó ser el mismísimo Diablo. La historia vuelve a repetirse, sólo que ahora la reencarnación del mal es la reina de Himmel, Aure Cyril.

   Sus delicadas manos se deslizaron hacia abajo para dejar el cuchillo con el que había golpeado levemente la copa. Por un momento, no pude quitar mis ojos de ese artefacto que la reina había dejado sobre la mesa, tan expuesto, tan a mi mano, ella tan cerca de mí...

—Majestades, espero que disfruten la comida y de su estadía en mi castillo. Anhelo desde ya volver a reunirnos todos cómo hoy y me encantaría que... —habló Aure con total dulzura. Pero, incluso en el único momento que decide no insultar a nadie indirectamente, es Theo quién interrumpe allí.

—Disculpe mi intromisión en su discurso, pero debo decir que esta carne está de maravilla —dice el rey de Kalter Boden con la boca llena.

   El silencio abraza el lugar y todas las cabezas giran en su dirección, ganándose mi mirada incluso. Pero el brillo en sus ojos al devolverme la mirada...

Theo estaba tramando algo.

Y si se trataba de ir en contra de la reina de Himmel, cómo veo, iba a ayudarle.

Porque ahora tenía información importante que brindarle.

   Casi admito que pude ver una sonrisa burlona en sus labios infectados de aceite condimentado que contenía la carne. Pero fue solo un segundo, uno en el que le dió tiempo a desvíar sus ojos hacia otro sitio.

—Esta comida es maravillosa. Es cómo si... —Chupa sus dedos—; Es cómo si hubiese sido creada con magia.

   Mis labios, tan resecos que podrían ser tranquilamente el trono de Himmel o los árboles de Kalte Sonne, se separaron en una expresión confusa cuando el silencio reinó aquí y observé de reojo a Aure. Ví la vena de su cuello casi saltar a atacarme, pero sólo estaba a mi vista. Su expresión era realmente aterradora. Sus ojos como cuchillas, sus labios elevados levemente hacia arriba, demasiado tranquila.

Reina Infame © [TERMINADA] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora