Capítulo nueve.
Narra Eryx Rune.
Sus suaves y pequeñas manos se deslizaron por mi pecho desnudo, pasando sus uñas por mi piel. Pero mis ojos no estaban en ella. Tampoco mi cabeza.
«¿Crees que yo elegí estar esposada a un hombre toda mi vida?»
Sus finos labios se aferraron a mi hombro, succionando para dejar un hematoma que ni siquiera me importó en aquél entonces.
«¡Nadie piensa que yo también pueda sufrir!»
Su lengua entró en acción y se deslizó por mi pecho, bajando lentamente, dejando besos, mordidas y chupetones por mi torso.
«¡Nadie me ha dejado escoger nada!»
Su manos tomaron mis pantalones y comenzaron a bajarlos lentamente, queriendo enloquecer el cálido ambiente antes de que la acción tomé las riendas. Pero...
«Yo jamás quise casarme, por si no lo sabías. El Consejo Asesor de los Ocho Reinos me obligó a buscar esposo. De lo contrario, me arrebatarían mi corona»
Cuando estuvo a punto de dejarme expuesto ante ella, tomé sus manos para evitar que quitara mi prenda. Negué.
—Espera, Alenna —hablé.
Los morados ojos de mi pareja brillaron de preocupación cuándo me miró. Mis manos temblantes, mi rostro deformado en pensamientos que me han recorrido en las últimas horas aproximadamente diez veces. Porque desde que hablé con Calypso, toda aquella conversación con la reina comenzó a tomar forma.
«¿Aceptas o no?» había dicho Calypso Cyril.
Ayudé a la niña en la preparación de su plan. Su idea era genial y le dije que yo me ocuparía de llevarla a cabo, que no se entrometiera, pero estaba tan cegado por el enojo de la humillación pública que había recibido que ni siquiera lo pensé al aceptar. No me había detenido ni un segundo en pensar en lo que había dicho la monarca de Himmel al confesarme todas esas cosas.
«Te odio, Eryx Rune»
Me llevé una mano al pecho con discreción al elevar mis ojos a Alenna, observándola un segundo. Ella se preocupaba por mí y me conocía cómo la palma de su mano. Así que no podía ocultarle nada. No a ella.
—¿Qué sucede Eryx? —preguntó con dulzura, acomodando su vestido para dormir correctamente en su cuerpo para acercarse a mí.
Cerré la mano en un puño sobre mi pecho cuándo ella tomó asiento a mi lado, deslizando sus suaves manos por mi rostro de una manera tan dulce que me la comería ya mismo.
No puedo ocultarle nada...
—Estaba pensando en la reina —fuí sincero, aunque no lo suficiente.
...pero no puedo contarle esto.
Así que callé.
Sus manos en mi rostro se detuvieron inmediatamente, pero no las alejó, no cómo lo haría cualquier otra. Sus labios se volvieron una línea, pero no quitó su preocupación por mí.
—¿Y qué es lo que piensas? —preguntó inesperadamente.
No podía decirle que Aure Cyril había accedido a comprometerse conmigo porque estaba pensando sólo en mantener la corona sobre su cabeza. Quizá Alenna piense que me está usando para lograr reunir un ejército de algún tipo o hacer una que otra maldad para mantenerse en el trono. Y aunque sea verdad que musa... Tal vez Alenna diga que no soy nada más que un peón en el juego de la joven reina y que debería alejarme inmediatamente de ella; pero no podía permitirme huir de un destino que no se puede evitar y debería unirme a él.
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Reina Infame © [TERMINADA] #1
Fantasía[PRIMER LIBRO DE UNA SAGA: "Epiphania"] Aure Cyril. Sonaría tan inocente y hermosamente dulce si no te dijera que es el nombre de la reina más cruel que existió en la faz de Epiphania; un mundo dividido en ocho reinos y un bosque llenos de monstruo...