·Capítulo diez·

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Capítulo diez.

Narra Aure Cyril.


   La calidez de su mano rodeaba la frialdad de la mía enguantada. Me sorprendió no haberme apartado inmediatamente, pero entonces también recordé que todos los presentes allí creían que él y yo éramos la pareja del momento, por lo que cedí a su toque. Y al momento que la luz del Gran Salón nos cegó, comenzamos a caminar hacia su interior, dónde todos los demonios nos esperaban ansiosos por devorarnos.

   Mi mirada estaba puesta en el frente. No en la alfombra roja que se encontraba bajo nuestros pies, sino en mi trono y la preciosa silla a un lado de este, dónde probablemente Eryx tome asiento. A nuestro alrededor, tanto aplausos cómo murmullos y gritos se oían. Podía apreciar con la vista periférica cómo las reverencias llegaban en nuestra dirección. Mi cuerpo se inflaba en ego por todas las cosas que oía mientras caminaba a un lado de mis súbditos y no observaba a ninguno.

«¿Esa es la reina? ¡Pero si es bellísima! ¿Por qué se habrá ocultado tantos años?» «No puedo creer que haya elegido al hijo de un lord siendo tal preciosura» «Tiene todos los rasgos de una Cyril. Aunque todos sabemos que es una espuria»

   Quise girar mi cabeza ante aquellas últimas palabras, pero finalmente llegamos a las escaleras que me llevarían a mi trono. Pero nos detuvimos allí sin más y eso me causó confusión.

—¿Qué haces? —susurré hacia Eryx.

—No sé si recuerdas que estaba a punto de casarme cuando me obligaste a desposarte, así que sé cómo funcionan este tipo de cosas —imitó mi susurro—. Cómo en todos los compromisos de Epiphania, los prometidos bailan con los invitados más especiales, aquellos que más aportan a su reino. Por último, con su pareja. Así que ahora baila.

   Dicho aquello, soltó mi mano y me indicó voltear, y cuando ambos estuvimos de espaldas pude ver hacia el frente. Mi frente, al menos. Y mi primer pareja de baile fue Devan Shevere, quién se veía increíblemente guapo. Ya todos estaban esperando para recibirnos y bailar, pero yo pensaba cuándo aplastaría mi lindo trasero en mi trono y observaría cómo todos se divertían, alejándome de cada invitado. Pero me equivoqué y Eryx tenía razón. Lo odio por eso.

—Aure, cielo —saludó Devan.

   Hizo una perfecta reverencia antes de ofrecer su mano. Arrugué los labios en su dirección cuándo me miró, entonces elevé mis manos frente a sus ojos, lo que le indicó que no podía hacer eso porque le haría daño. Mis guantes. Y aunque frunció el entrecejo al comprenderlo, se acercó directamente a mí y me rodeó con los brazos por la cintura e instintivamente coloqué mis manos sobre sus hombros cubiertos. Antes de marcharme junto a él para bailar esta pieza de baile, observé sobre mi hombro la espalda de Eryx. Frente a él, Alenna sostenía sus manos y lo alejaba de mí, pero de igual manera que yo, había girado a verme. Sus ojos se abrieron levemente, hablándome a través de ellos.

«Ayuda» pedía a gritos.

   Señalé con los ojos a Devan y con una mirada le indiqué todo.

«¿Tú necesitas ayuda? Es tu prometida»

   Rodó los ojos y ladeó la cabeza.

«Él tampoco está mal, le gustas» entendí.

   Moví mi cabeza discretamente de un lado al otro.

«No lo creo»

   Y antes de que pudiera seguir hablando con miradas con el pequeño lord, el amor de su vida lo alejó de mí y Devan me alejó de él. La música comenzó a sonar y sus cálidas manos se aferraban a mi cintura con fuerza, cómo si fuese a perderme si me soltaba. Sus pies se deslizaron de un lado a otro al ritmo de la música y lo seguí, recordando mis lecciones de baile de hace cinco años. No era la mejor en aquel tiempo y no seré la mejor ahora, pero al menos sabía moverme. Y definitivamente me quedaba corta al lado de Devan Shevere. Se movía de una manera espectacular, cómo si hubiese practicado para este momento toda su vida, lo que probablemente habrá hecho.

Reina Infame © [TERMINADA] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora