·Capítulo quince·

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Capítulo quince.

Narra Eryx Rune.


   Trabajé firmemente en mantener mi expresión seria en aquél momento. La culpa sobresalía de cada poro de mí y recorría mi cuerpo de principio a fin a través de mis venas. Observé mi figura frente al largo espejo de mis aposentos. Mi camisa aún no se encontraba abotonada y eso me permitió una vista a mis heridas, por lo que pude confirmar su rápida curación debido a los sanadores del castillo y los elíxir medicinal que nos proveyeron. La herida en mi abdomen bajo se había cerrado y una costra enorme se formó sobre ella, curándose rápidamente. Quedaría una gran cicatriz. Los demás hematomas, tanto en mi rostro cómo en mi torso, comenzaban a tornarse verdosos y morados, casi desapareciendo por completo y sin dejar rastro. Prácticamente no sentía dolor en ninguna parte y agradecí a los Dioses por ello. Pero no era el dolor físico lo que me hacía clavar mis pies delante del espejo.

La culpa me carcomía.

   Ladeé mi cabeza resultándome terrible la idea de seguir viéndome al espejo y sin sentir nada más que repulsión. Así que me dediqué a observar a Alenna dormitar pacíficamente sobre mi cama, nuestra cama. Supe que había esperado toda la noche mi llegada y se quedó dormida en eso, probablemente muy preocupada. Al llegar a la madrugada, luego de haber cometido un error del que se había apoderado el odio y la venganza de mi parte, involucrando sentimientos físicos; mi pareja, el verdadero amor de mi vida, se encontraba dormida con una daga en mano. Ella había esperado el resto de la noche por mí, y yo me la había pasado tirándome a la reina que ambos odiábamos.

Alenna era mi pareja, la persona con la que estaba destinado a estar. Ella era el regalo de los Dioses para mí. La pusieron en mi camino para que la encontrara y la aceptara junto a mí. Yo la amo y ella a mí.

Pero...

«Me separé de ella, buscando mi ropa por el suelo y colocándola sobre mi cuerpo. Sentía su profunda mirada en mi espalda y esa palabra golpeando mi nuca fue una advertencia del destino.

—Eryx —llamó por mí.

   Continué colocando mi ropa en mi cuerpo, hasta que finalmente me vestí por completo. Acto seguido, comencé a colocarme mis zapatos, sin siquiera elevar la mirada de mis pies.

—Eryx, mírame —ordenó.

   Ni siquiera analicé aquello, cómo si todo en mi mente luchara por alejarme de sus órdenes y de seguirlas. Puestos mis zapatos, comencé a caminar hacia la salida sin siquiera mirar atrás, porque sabía que si observaba a la chica desnuda que dejaba sobre la mesa de esa sala, sabía que el juego que apenas acababa de comenzar, terminaría finalmente para mí»

   Negué, fijando mis ojos con fuerza en su rostro relajado, su cabello castaño desordenado y sus hermosos ojos morados cerrados. Su pequeño cuerpo había sido cubierto por una suave manta que le coloqué al llegar y verla así, dormida a mi espera. Quería despertarla a besos, cómo ella hacía conmigo en casa. Hubiera dado todo por volver a esos días en Reine Wald dónde sólo nos paseábamos por los bosques cómo dos adolescentes en busca de privacidad para observar el cielo de Epiphania.

Alenna Rhess, mi pareja.

«¿Qué diablos se ha cruzado por mi cabeza al...?»

Alenna me amaba y yo a ella. Éramos la pareja perfecta, mejores amigos, personas que se tenían en las buenas y en las malas. Y acabo de arruinarlo todo por...

¿Por qué?

   Desvié mi mirada de ella y comencé a abotonarme la camisa, cubriendo las heridas y hematomas que tanto la reina cómo los perritos falderos del falso rey de Himmel habían ocasionado en mí. Tomando el abrigo y colocándolo con prisa en mi cuerpo, me dirigí a la puerta para salir de mis aposentos e ir a por el desayuno en el salón. Pero, al abrir la puerta, una cabellera castaña repleta de rizos se cruzó en mi camino. Su piel oscura brillaba perfectamente bajo la luz de las antorchas del pasillo y el sol que se colaba del exterior, lo que hacía resaltar sus verdosos ojos. Una sonrisa amable se extendió por su rostro cuando me vió salir, pero mi seriedad aún se mantenía presente y no podía imitarla para al menos parecer amable era lo que haría.

Reina Infame © [TERMINADA] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora