Maullido

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Souya Kawata.

Miércoles, 23 de marzo.

Últimamente no he podido dormir por algo en particular, otra pesadilla...

Estoy caminando por un parque, la noche estrellada y fresca le da un bello toque a libertad. Los minutos pasan lento, cada ruido es escuchado como si estuviera dentro de mi cabeza, es tan real la sensación de que me persiguen que miro hacía atrás varias veces, sin notar nada extraño, la obscuridad invade mi campo de visión, las pocas luces a lo lejos me distraen del camino.

Sigo un sendero algo abandonado, mi mente ya no sabe donde está, mi respiración se acelera, el lugar lúgubre que percatan mis ojos es considerablemente desconocido.

Las ramas crujen y los animales del bosque me dan miedo, mis sentidos se agudizaron al escuchar un leve maullido, me pregunto si habrán abandonado a un gatito. Sigo aquél pedido de auxilió, cada vez más fuerte y escandaloso.

Me invaden los escalofríos, el maullido cesó, dejándome en medio de la nada, se oyen pisadas pequeñas y un ronroneo, supuse que era aquél inocente e indefenso gatito, pero me equivoqué.

De las sombras; siendo iluminado por la poca luz emitida de la luna, sale un gato, cojo y malherido, me mira con esos ojos amarillos, su hocico partido en dos; seguramente por algún accidente, dejando ver sus dientes chuecos y deformes. Se me acerca a paso rápido, no sé que hacer, intento acercarme pero él salta encima mío, haciéndome resbalar y sentarme en el frió y sucio suelo, dejando caer su saliva mezclada con sangre y otros fluidos viscosos por sobre toda mi cara. Jamás pensé que una apariencia tan inocente se convirtiera en algo tan macabro.

Logro apartarlo y reincorporarme, pero su lengua larga y seccionada en dos me agarra de los pies, arrastrándome hacía un agujero completamente oscuro y sombrío, donde no hay luz alguna.

Pequeñas Pesadillas | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora