El día habia llegado, sus pasos avanzaban con gran velocidad, se sentía tan feliz, que daría aviso a su majestad.Notó que Padre la esperaba, y verla con esa gran sonrisa, fue suficientemente para saber cuan feliz estaba que iba a lanzarse a sus brazos.
Padre sonrió y tal como previó, su hija saltó a sus brazos.
No dudó en atraparla, se perdió entre la gran capa que caía con soltura sobre sus hombros hasta sus pies, la envolvió un poco más y sus brazos apretaron con más firmeza, asegurando que realmente la tenía allí.
— ¡Me han elegido padre! ¡Headon me eligió al fin! —con el rostro oculto en la curvatura del cuello de padre, la princesa no pudo ver qué perdía toda alegría.
— ¿De que hablas? —a pesar de la tranquilidad, Padre no pudo evitar hacer notar su desconcierto.
— ¡Al fin fui elegida para subir la torre padre! ¡Iré y haré saber tu nombre por todo lo alto!
— Pero... Bam.
— Padre... ¿No estás orgulloso de mi? —la princesa miró con ojos agraciados a su padre y él no pudo negarle una sonrisa. Jamás habría algo que le negara.
.
La princesa era un misterio, un secreto que conocían un número de personas que podían contarse con una mano.
Estaba extremadamente protegida por su padre el rey. Jamás nadie la vio fuera del palacio de su majestad, recibió el título de princesa solo por ser la única hija, además de la adoración de su padre. No estuvo en la competencia, nunca nadie de sus hermanas la había visto, así que, ahora que era elegida para salir de la protección de su padre, ella esperaba poder hacer tratos con esas princesas para subir juntas, poniendo en alto el nombre del rey.
El rey la adoptó, sus antiguos compañeros sabían que no era nada suyo, que la había obtenido después de raptarla de los brazos de su madre, quien perdió la razon en consecuencia y su padre se quitó la vida después de ver a su mujer perdida en la locura.
Si, la princesa que el rey más amaba era un trofeo, pero verdaderamente también la amaba como no amaría a nadie, aunque su crecimiento no era notorio, en realidad tenía muchos más años de los que cualquiera podría imaginar.
Pero existía un problema, uno tan grande que ahora que iniciaría su ascenso, la metería en grandes problemas a pesar de su innegable poder.
Bam, jamás había estado en una situación dónde su vida estuviera en juego. Sus manos estaban libres, puras, no había sangre en ellas, porque todavía no había tenido que quitarle la vida a nadie.
— Bam... Jamás le digas a nadie de dónde saliste.
— ¿Padre? —la princesa se sorprendió por la petición y orden del rey, no era propio de él ocultar sus posesiones.
— Jamás aprendiste a luchar, quise mantenerte a salvo, sin la necesidad de que la sangre fluyera frente a tus ojos. Temo por tu vida. Si se sabe que eres mi hija, querrán ponerte a prueba.
— Padre yo... —la inminente alegría de la princesa se vió abruptamente afectado con la realidad—. Perdóname, debí haber pensado mejor cuando dije que sí...
Era verdad que en soledad intentaba imitar algunas de las técnicas que veía en sus libros de enseñanza, pero al no entender la teoría y la constante negación de padre sobre enseñarle el arte del shinsu, dificultaron todos los posibles progresos que pudo haber tenido.
— Bam, está bien, no te detendré cuando llegue la hora, pero cada vez que me necesites, podrás llamarme y aunque jamás pueda ir en tu ayuda, enviaré a alguien a qué te socorra y te traiga de vuelta.
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KhunBam (+18)
FanfictionMenores de 18 no leer, contenido inadecuado, fuera de contexto, OOC (out of carácter, fuera de personaje), cruel, frío, crudo. Leer todas las advertencias para evitar malos ratos o falta de información. Lectura bajo consecuencia propia.