LA PRINCESA Y EL REY.

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El reino Grace se caracterizaba por ser benévolo, tantos los reyes como el futuro legado, eran respetados y venerados por su manera de gobernar.

Los reyes se enorgullecían de la única heredera de la corona. Una hermosa hija, fruto del amor de ambos a pesar de haber estado en peligro. Una belleza admirada por muchos de los súbditos que les servían.

El reino Khun pronto iba a tener alianzas con el reino Grace, pues Agüero, uno de los hijos de la familia iba a contraer nupcias con la princesa Bam, ambos conocidos desde su niñez, siendo ahora la futura pareja más aclamada.

— Bam. —ella leía un libro cerca del gran ventanal, su lección había terminado hacía unos minutos y su madre la había obligado a leer.

— Khun —sin dudar, se lanzó a los brazos de su prometido—. ¿Que haces con un libro? —Bam hizo un puchero y dejó el objeto sobre la mesa.

— Mi madre insiste en que debo leer más para realizar las prácticas, pero Khun, sabes que soy más práctica que teórica —decía mientras se apoyaba en el gran marco de la ventana y miraba al exterior. Khun le daba la razón, era un poco confuso saber que Arlene estaba más empeñada en hacerla memorizar las teorías que ponerla a practicar.

— Tu madre debe saber porque lo pide. Solo se obediente con ella y todos estaremos bien —Bam se rió, conocían a su madre, era amable hasta que alguien agotaba su paciencia, entonces era una historia de terror.

— Es bueno que llegarás más temprano, mi padre nos dió permiso de salir, así que voy a preparar a mi caballo y nos iremos.

La promesa de salir a cabalgar juntos era siempre de su agrado, Bam era una excelente jinete, además, muy buena arquera, le apetecía salir de caza con ella algún día.

— Ya está listo, majestad —y todo iría a estar perfecto, si ese tipo no estuviera presente en cada uno de sus paseos.

— Gracias Hatz... ¿Mi madre te pidió que nos acompañaras de nuevo? —no respondió, así que Bam se apresuró a él y le exprimió las mejillas.

— Bam —advirtió con firmeza antes de sujetar sus manos y alejarlas de su cara—. El rey me lo pidió.

Khun fue por ella, su entusiasmo era desmedido, pero él no estaba ciego para notar que el descontento de Hatz, se debía a otra razón.

Podía ver la envidia del pelinegro a simple vista, él la tenía, Hatz en cambio, solo podía servirle hasta la muerte, pues su lealtad estaba con ella hasta el final, y sus sentimientos, aunque jamás iban a ser correspondidos, perdurarian hasta el fin de sus días.

— Vámonos ya, Bam. Tienes otras lecciones más tarde, van a reprenderme si no regresamos a tiempo.

Salieron con Hatz a cierta distancia, con un semblante oscuro que dejaba relucir lo que sentía, pero Bam era Bam, no acostumbraba percibir los sentimientos de los demás a no ser que fueran expresados directamente, y no se debía a egoísmo o algo parecido, sino a sus constantes distracciones en su trabajo para ocupar la corona en un futuro próximo.

Disfrutaron de carreras donde Khun fue obligado a competir con Hatz, que, a palabras de Bam, debía estar terriblemente aburrido, así que lo forzó a unirse a ellos, siendo sorpresivamente Bam la ganadora de todas las carreras.

Cuando regresaron al palacio, además de sucios, les sorprendió saber que las lecciones faltantes de Bam estaban cancelados, y en su lugar, eran llamados a una reunión con los reyes, siendo todavía más sacados de cause cuando vieron a Edhan con ellos.

— Majestad —saludaron Bam y Hatz con una reverencia.

— Bam, sabes que las formalidades no van conmigo —ella afirmó.

KhunBam (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora