LA REINA DE JAHAD.

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El imperio Jahad era reconocido, más que nada, temido por todo aquel que lo escuchara.

A pesar de que existían pueblos que odiaban el poderío de aquel rey, era perfectamente sabido que nadie era capaz de levantar armas contra su ejército, pues solamente sufrirían la humillación de la pérdida.

El día que el anuncio de que el rey iba a contraer nupcias llegó, media nación se conmocionó y preguntó por la identidad de la futura reina, más nadie pudo dar alguna pista de quién era aquella mujer que con gracia o artimañas había logrado ganar el corazón del más grande genocida.

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Las mujeres que servían a la futura reina eran de la total confianza de la misma, nadie más podía acercarse a ella porque el mismo rey lo impedía.

— Majestad, deberíamos salir de caza —decía Yuri con ojos iluminados de ilusión.

— ¿Estas loca? Si él rey se entera nos matará —contradijo Endorsi.

La futura esposa del rey era una notoria contrariedad a él, una bella mujer de ojos dorados y semblante joven comparado a la edad que tenía realmente. Pues muchas de las princesas elegidas para servirla, parecían ser mayores aunque no fuera así.

— La ley dicta que tienen entrenamiento conmigo, Yuri. Su majestad sabrá si no lo hacemos.

— Baaaaam —alargó su nombre haciendo una mueca de inconformidad—. Te comportas como si fueras mi madre.

— Las guío cómo debería hacer cualquier mayor —dijo amable a pesar de que Yuri la superaba en estatura—. No todas me han aceptado como me gustaría, pero no debo agradar a todos para guiar a aquellas que están dispuestas a seguirme.

— Pero el rey ama más que te comportes como una joven de nuestra edad —refunfuñó Endorsi.

— Mi comportamiento con su majestad es asunto mío, Endorsi. Fuiste elegida por su majestad para servir a su nombre.

Esa era también un de las facetas de la futura reina que asustaba a las princesas. Las mujeres elegidas para servirle, que no eran nada de ella ni del rey, pero quienes tenían el honor de verla y entrenar con ella.

El reino se complacía de su presencia, eran mujeres hermosas que luchaban por el bienestar de la nación y que tenian el honor de ser las únicas que conocían a la futura reina.

— Entrenaremos majestad —cedió Yuri.

La prometida del rey se acercó y acarició su mejilla en consuelo.

— Lo lamento Yuri. Sé que no es lo que más disfrutas, que eres fuerte por tu cuenta, pero seguimos reglas para la supervivencia del reino de su majestad.

El entrenamiento dió inicio. El salón ocupado apostaba a la futura reina y a la princesa Yuri en cada extremo.

La princesa sostenía una aguja negra, la reina en cambio, estaba totalmente en calma, mirándola con ese cariño que profesaba y repartía a todas por igual a pesar de que no era bien recibida.

— Majestad... El rey ha llegado y solicita verla —Endorsi olvidó sus manías y se presentó como la princesa que debía, pues solía ser demasiado altiva incluso con su futura reina.

— Parece que Yuri pudo evitar el entrenamiento por hoy —bromeó—. Son libres el día de hoy, agradezco su ayuda y compañía.

Las dos princesas se inclinaron y retiraron, el rey vendría en unos instantes y no querían encontrarse con él, pues sólo era su prometida quien pasaba tiempo a su lado sin sentir que era menos.

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Ella de acercó al rey, y él la recibió entre sus brazos.

— Me da gusto que haya vuelto, mi rey.

KhunBam (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora