El par de enamorados estaba en una cita nocturna a la mitad del cementerio. Ya habían pasado unos días desde la no tan grata sorpresa en el love hotel, y Oko aún no se podía sentir seguro cuando estaba solo; incluso la oscuridad que siempre había sido como su amiga, ahora le provocaba miedo con la idea de que alguien escondido en ella fuera a llevárselo otra vez.
En otras ocasiones, iba al cementerio para que el silencio, el frio y la oscuridad lo ayudaran a sentirse mejor consigo mismo; por un rato, él podía ser un foco de luz y vida en ese lugar en donde los muertos estaban para escuchar sus problemas.
Pero ahora que había sufrido un secuestro, estar a solas ya no sonaba como una buena opción. Por eso agradecía que, en su momento de insomnio y ansiedad, Ayano hubiera estado dispuesta a salir tan tarde para hacerle compañía en su lugar favorito.
—¿Seguro de que te sientes bien, senpai? — Ayano le apretó la mano, preocupada —Aún te duelen los golpes ¿no? Podemos ir mañana temprano al hospital para que te den algo más fuerte para el dolor.
—Es-Estoy bien— se detuvieron junto a un árbol que ya casi estaba sin hojas. Aún no empezaba a caer nieve, pero el viento helado indicaba que pronto sucedería, tal vez en una semana o dos —. Nunca me... habían lastimado tanto. Pero... sé cómo... aguantar los golpes.
Oko brincó ante la sorpresa que fue sentir los brazos de Ayano rodearle el pecho y abrazarlo. No estaban de frente, en realidad ella lo había sujetado por la espalda y asi él solo podía sentir como ella escondía su rostro contra su cuerpo. Parecía una escena salida de un drama, aunque uno con temática de romance gótico.
—Oko-senpai, no quiero que sufras. No soportaría que algo como esto te pasara otra vez... o alguna cosa peor— Ayano estrechó el contacto, pegándose más al chico y sintiendo como su corazón dolía al recordar que esos tactos cariñosos lo lastimaban en las heridas que recorrían su cuerpo —. No puedo vivir sin ti.
El peliañil se sonrojó, y a su vez pudo sentir como su corazón también se aceleraba. Sujetó las manos de su novia y sonrió con timidez; pasara lo que pasara, confiaba en que Ayano lo amaría y estaría a su lado siempre.
Ella no lo abandonaría nunca. No volvería a estar solo.
—Yo tampoco puedo vivir sin ti, Yan-chan.
—Oko-senpai, te amo— Oko comenzó a sentir como una mano acariciaba su abdomen y subía lentamente hasta su pecho. Otra apareció por su hombro, deslizándose de la misma forma hacia el mismo punto central —. Te amo tanto que si tuvieras que dejarme preferiría morir. ¿Eso es lo que quieres? ¿Qué muera?
—¿Q-Qué? No yo... no quiero que...— sus disculpas quedaron incompletas gracias al nudo que se formó en su garganta al darse cuenta de una cosa. Apretó sus manos tanto como pudo, las cuales todavía sostenían las de Ayano quien no se había movido ni un centímetro en el abrazo. Pero de todas formas sentía dos manos extra sobre su pecho, aferrándose a su ropa como si no quisieran dejarlo ir —¿Yan-chan?
Algo no se sentía bien en todo esto.
—Yo amo a Taro Yamada— la voz de Ayano se escuchó diferente, como si llorara y peleara por hablar —¡Lo amo! ¡¿Por qué me obligas a estar contigo?!
—Tu... podrías llegar a amarme— titubeó —. Y, sé que puedo amarte más de lo que él lo haría. Puedo ser... mejor que Kizano-san, Aso-kun... que tus amigos... pero sé que no me hubieras elegido a mí.
—Ara, ara— una nueva voz, profunda y femenina que se escuchaba por el piso. Bajó la cabeza al instante, encontrándose a una mujer hermosa de cabello morado y ropa reveladora que estaba hincada a su lado. Era una súcubo. La mano que había sentido por su estómago era de ella —. Solo eres un muchachito sediento por amor. No quieres que tu enemigo tenga a la mujer que deseas. Tu egoísmo, tu pasión por tener lo que quieres de cualquier modo... es delicioso.
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El amor de tu vida #1 | Yandere Simulator (Ayano x Male Rivals)
FanficNuestra querida Ayano sueña con estar junto a senpai por el resto de su vida y darle el amor que no logro sentir hasta que lo conocio. Esta completamente convencida de que el es el hombre con el que pasara la eternidad hasta que la muerte los separe...