Capítulo 6

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¡DONG! ¡DONG! ¡DONG! ¡DONG!

¿Qué demonios es eso? Empiezo a despertarme algo aturdida.

— ¡¡Despertad!! Que no vais a llegar a tiempo a la reunión con Luis. No podéis llegar tarde. – Nos grita Raúl dándole porrazos a una cacerola. 

Mi hermana se cae de la cama del susto y a mí se me pone el corazón a mil cuando entra en la habitación y hace más ruido.

— ¡¿Pero tú estás tonto, o qué te pasa?! Me puse la alarma a las siete ¿Qué haces despertándonos antes de tiempo? Vaya forma de empezar el día – Le recrimino malhumorada.

— Pensé que sería agradable que alguien os despertara, y que menos si es antes de tiempo, así dais buen ejemplo. - Dice muy convencido. - Pero os tendréis que ir acostumbrando, puedo hacer alguna que otra locura al día, como por ejemplo, no matarte la primera vez que te vi. – Me dice señalándome y me hace cambiar de expresión.

— Bueno, eso fue cosa tuya. De ahora en adelante fuera bromas... - Le respondo.

— Está bien, señorita malhumor. – Me recrimina.

— ¡Eh! Dejaros ya de parlotear tanto y a prepararse. – Salta mi hermana de repente.

No decimos nada más, solo nos echamos unas miradas. Él se vuelve a su cuarto y yo cojo lo primero que veo en el armario y me lo pongo. Mi hermana hace lo mismo, ya casi es igual de alta que yo. La poca ropa que tiene le está casi toda muy justa. Tenemos que averiguar cómo conseguir algo más de ropa si nos vamos a quedar aquí de momento.

Salimos los tres del apartamento 19 y Raúl nos dirige de nuevo al despacho de Luis. Ya casi me se la ruta, pero aun así, esto parece un laberinto si coges la salida equivocada. Llegamos a la puerta del despacho y aún quedan diez minutos para las 8 de la mañana.

— Chicas, os dejo aquí, aun creo que me da tiempo de desayunar, nos vemos después y me contáis. – Nos dice Raúl mientras se va por el pasillo.

No hay nadie en la sala de espera, ni un alma. Da incluso hasta mal rollo. De repente escuchamos unas pisadas y un hombre con gafas y pelo castaño, de mediana edad y con una bata blanca aparece.

— Hola chicas, Luis me ha informado que estaríais aquí esperando. – Nos dice el hombre con bata. – Me presento, soy Adel, uno de los investigadores y doctores de la Resistencia. Hoy os tocaba haceros algunas pruebas de ADN ¿no es así? – Nos pregunta.

— Si, – contesto – pero Luis nos dijo que nos recibiría él. ¿Dónde está?

— No os preocupéis, luego os reuniréis con él, primero me encargó que os hiciéramos las pruebas médicas. Acompañadme. – Nos dice Adel.

Empieza a caminar por el pasillo en el que vino y nosotras le seguimos. Da varios giros por los pasillos hasta llegar a unas escaleras y bajamos uno cuatro pisos. En serio, este sitio es enorme y está casi todo bajo tierra... Llegamos a una puerta con una cerradura. Adel pone una tarjeta delante de una pantalla que se encuentra al lado del pomo de la puerta, y se abre tras ponerla encima. Entramos y vemos una sala muy grande llena de camillas y de materiales médicos. Podría ser una de las zonas hospitalarias de la Resistencia. Está toda la sala recubierta de metal y con algunas paredes blancas.

— Bien chicas, poneos cada una en una camilla y empezaremos las pruebas. – Nos ordena Adel, y hacemos lo que nos dice. – Primero empezaré contigo Carol. Descálzate y túmbate.

Mi hermana hace lo que le dice y se tumba una vez se descalza. Adel coge un aparatito muy pequeño con un botón en la punta y se lo inyecta en el brazo. Empieza a llenarse de sangre y luego se lo quita. 

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