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CAPÍTULO 19

-Podías habérmelo dicho.

-Cierto, pero de este modo fue mucho más divertido.

Joaquín no pudo debatir su argumento. Con pasos rápidos, se alejó de él e intentó ignorar la sonrisa maliciosa de Niko.

-¿Por qué me tienes tanto miedo? —le preguntó Emilio inesperadamente, mientras se ponía a su lado.

-No te tengo miedo.

-¿Ah, no? ¿Y entonces qué es lo que te asusta? Cada vez que me acerco a ti, te encoges de miedo.

-No me encojo — insistió Joaquín. Joder, ¿es que había eco?
Steve alargó el brazo y se lo pasó por la cintura. Él se apartó con rapidez.

-Te has encogido — le dijo acusadoramente, mientras regresaban a la escalera mecánica.

Joaquín bajaba un escalón por delante de Emilio, y él le pasó los brazos por los hombros y apoyó la barbilla sobre su cabeza. Su presencia lo rodeaba por completo, lo envolvía y hacía que se sintiera extrañamente mareado y protegido. Miró fijamente la fuerza que desprendían esas manos suaves y grandes bajo las suyas. La forma en las venas se marcaba, resaltando su poder y su belleza.

Al igual que el resto de su cuerpo, sus manos y sus brazos eran magníficos.

-Nunca has tenido un orgasmo, ¿verdad? — le susurró él al oído.

Joaquín se atragantó con el Praline.

-Éste no es lugar para hablar de eso.

-He acertado, ¿verdad? — le preguntó — Por eso...

-No es eso — le interrumpió el menor — De hecho, sí que he tenido algunos.
Vale, era una mentira. Pero él no tenía por qué averiguarlo.

-¿Con un hombre?.

-¡Emilio! — exclamó — ¿Qué les pasa a Niko y a ti con ese afán de discutir sobre mi vida privada en público?

Él inclinó aún más la cabeza, acercándolo tanto a su cuello que Joaquín podía sentir el roce de su aliento sobre la piel, y oler su cálido aroma a limpio.

-¿Sabes, Joaquín? Puedo proporcionarte placeres tan intensos que no serías capaz de imaginarlos.

Un escalofrío le recorrió la espalda. Le creía. Sería tan fácil dejar que le demostrara sus palabras... Pero no podía. Estaría mal y, sin tener en cuenta lo que él dijese, acabaría remordiéndole la conciencia. Y en el fondo, sospechaba que a él también. Se echó hacia atrás, lo justo para mirarlo a los ojos.

-¿Se te ha ocurrido pensar que quizás no me interese tu propuesta?.
Sus palabras le dejaron perplejo.

-¿Y eso cómo es posible?

-Ya te lo he dicho. La próxima vez que comparta mi intimidad con un hombre, quiero que estén involucradas muchas más partes además de las obvias. Quiero tener su corazón.

Emilio miró sus labios con ojos hambrientos.

-Te aseguro que no lo echarías de menos.

-Sí que lo haría.

Estremeciéndose como si lo hubiese abofeteado, Emilio se irguió. Joaquín sabía que acababa de tocar otro tema espinoso. Como quería descubrir más cosas sobre él, se dio la vuelta y lo miró a los ojos.

-¿Por qué es tan importante para ti que yo acceda? ¿Te ocurrirá algo si no cumplo con mi parte?.

Él río amargamente.

dios del sexo emiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora