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Diana, después de hacer eso, dirige sus labios hacia una de las piernas de Emily para ir subiendo poco a poco con besos hacia su intimidad. A medida que la italiana se iba acercando a la intimidad, Emily de vez en cuando soltaba pequeños gemidos hasta que al notar las frías manos de Diana en sus muslos bajándole poco a poco sus ropa interior, su respiración cada vez estaba más agitada, cuando de repente siente como la húmeda lengua de Diana se introducía poco a poco en ella, haciendo que Emily gima de placer mientras agarra con todas sus fuerzas las sábanas de la cama y encorva la espalda del placer que en ese mismo momento estaba sintiendo.

Así siguieron casi toda la noche, entregándose la una a la otra en medio de infinitas caricias, besos y gemidos, donde la luna era el único testigo que presenciaba aquel momento lleno de sentimiento en aquel cielo italiano.

Al día siguiente, los pequeños rayos de sol que se colaban en la habitación de Diana, hacen que Emily abriera los ojos y se diera cuenta de que Diana no estaba en la cama, extrañada y algo preocupada se levantada de la cama, completamente desnuda, y se pone lo primero que encuentra, la ropa interior y una camisa larga para dirigirse hacia la cocina. Al salir de la habitación, la chica se encuentra a Diana en la cocina preparando el desayuno, Diana al verla le dice con una gran sonrisa

- Buongiorno bambina ¿Cómo has dormido?

Emily sonríe y se dirige hacia ella para sentarse encima de la encimera de la cocina para ver lo que estaba haciendo y ve que está cortando fresas

- Muy bien, he dormido de fenomenal

- Me alegra escuchar eso

Le contesta Diana para después acercarle a su boca un trozo de fresa, el cual Emily se come, para después darle un beso en sus labios

- Desgraciadamente esta tarde tenemos que volver a Florencia... Alessandro está metiendo prisa a mí manager para que vuelva

- Tengo miedo Diana...

Las consecuencias del ArteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora