¿Un universo de dos?

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L'amour, l'amour, l'amour, l'amour

L'amour est enfant de boheme

Il n'a jamais jamais connu de lois
Si tu ne m'aimes pas, je t'aime
Si je t'aime, prends garde a toi
Si tu ne m'aimes pas
Si tu ne m'aimes pas, je t'aime
Mais si je t'aime, si je t'aime
Prends garde a toi


El amor, el amor, el amor, el amor
El amor es hijo de bohemios
Él nunca nunca conoció ley alguna
Si tú no me amas, yo te amo
Si yo te amo, ten cuidado
Si tu no me amas
Si tu no me amas, yo te amo
Pero si yo te amo, si yo te amo
Ten cuidado.


"Habanera" Carmen de Biset 1875


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Bilbao, 12 de diciembre de 2021

Sr. desconocido:

Debo decirle que me halaga con tan exagerada admiración de mi persona. No tengo nada que ver con las damas que menciona y sin embargo, me brota una sonrisa incrédula leyendo sus comparaciones. Una de dos, considera que de esa manera tan falsa y Casanova puede conseguir lo que persigue o bien, su sentimiento es verdadero, lo que también me hace dudar de cuándo se generó ese vínculo tan profundo que le nubla la razón y por tanto, sigo curiosa pues, de saber más.

Me habla de su ciudad y me sobrecoge. Siento que su sensibilidad no es buena compañera para un escenario tan amenazante y me pregunto si su acercamiento busca el encontrar una tabla de salvación en mí, cuando yo odio el silencio y la lluvia.  El silencio es el abrigo de los muertos y el cómplice de los mentirosos. Necesito ruido para sentirme viva, sin ruido no late el corazón, no respiran los pulmones, no se complacen los amantes.
Y la lluvia, la lluvia me encierra en la cárcel de cristal de mi hogar, detiene el tiempo mientras las hojas del calendario continúan descontándose. No, no quiero la lluvia, me obliga a esperar para volver a ver el Sol que me templa la piel, me obliga a ser estática, como si mis músculos y mis huesos carecieran de la juventud que le proporciona movimiento al cuerpo.

No, no vemos el mundo igual y a pesar de ello, reconozco que disfruto observando el vaivén de las nubes hasta vislumbrar el cielo desnudo, raso. Y así es como me ve y se deleita. Mi desnudo, ¡qué ironía! No parece que hablemos del mismo desnudo pues el que yo percibo hace mucho tiempo que dejé de contemplarlo. Mis ojos censuran mi piel ante el espejo cubriéndome con un velo invisible que deshumaniza mi ser. Como un camaleón, me camuflo tras el decorado de la habitación ante la amenaza de juicio al que la mente pueda someterme.

Por eso leo sus letras y no me siento asexuada, sino, más bien, un objeto de observación de la belleza, al igual que nos detenemos ante una estatua labrada en mármol como el mismísimo Moisés de Miguel Ángel. La vista recorre lentamente cada detalle de la blanca piedra, los pies desnudos, los pliegues de la ropa, la pierna expuesta, los musculados brazos que se alargan hasta finalizar en unas fuertes y venosas manos. Entonces, surge la admiración hacia el hombre que, con un martillo y un cincel, se volvió dios para dar vida al mineral.

Por esto, está profundamente confundido si piensa que al hacer referencia a ese número pienso en cosas carnales. En absoluto. Su carta me lleva, como bien dice, a la fluidez del infinito, el equilibrio perfecto representado en sus círculos por la tierra y el sol y la órbita de la luna que los abarca.
Resurgen las dudas, ¿cree de verdad que soy su tierra?

Y me propone una cita para la que no estoy preparada por las consecuencias que ello conlleva, porque, sabe, que después, nada volverá a ser lo mismo, nada. Como el momento en que mis órganos decidieron que había llegado la hora de ser una mujer, para siempre, apagando de un soplido, la existencia que dominaba, sin posibilidad alguna de elección. La oscuridad me invadió y tuve que reaprender a respirar.
Pero en este caso, querido desconocido, soy yo quién tiene el poder sobre la llama y no retornaré a las tinieblas a cualquier precio, necesito algo más que la frívola motivación de Linda para tener que pasar de nuevo por la caverna de Platón. Aunque esta vez, al saber el camino, el ascenso sería más rápido y fácil, me temo que el alma que liberara quedará dañada para el resto de la eternidad.
Por último le pido no vuelva a mencionar a terceras personas. Este universo es suyo y mío, y lo que en él pase, quedará encerrado en ese 69.


Me despido,
y le recuerdo que
necesito respuestas.

Me persiguen mis secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora