Chantaje

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¡Y todavía se atreve a mentirme! ¡Por favor!... Y dice que ya casi ni recordaba haber estado en Bogotá. ¡Quién rayos olvida las marcas de algo tan importante! Me ofende y mucho. Le recuerdo que quien tiene la información valiosa (a su amiga, a su diario) soy yo...


Algo tan poderoso como el amor

¿era eso lo que ponía todo en pausa

cuando ambas pieles por la misma causa

se deslizaban hambrientas de sudor?


¡Me indigna que con el mismo temblor

con que ardía en sus ojos fausta

la pasión, que al ser explotada encausa

el rocío que colma la flor;


todavía me mienta! ¡... Me amenace!

Usted tiene razón. Terminó el juego.

Pero, la verdad arderá hasta que me canse,


o hasta que se extinga este fuego

que solo con usted me nace,

o quizás no termine nunca este apego...


Está bien. Debía respirar y dejar salir un poco las cosas. Estoy dispuesto a ceder más. A estar más cerca que nunca. Pero, debo recordarle que solo yo decido cuándo termina esto.

¿Sabe qué fue lo que más me gustó de nuestra más reciente cita?


Buenaventura, 21 de Febrero de 2022.

Elene,

Simplemente me encanta tu nombre. Es entrañable, inolvidable. Me evoca a la perfección como la de su tierno jardín... de Edén. Sin embargo, es menester que yo vaya más despacio. Prefiero dejar la cereza para el final.

Dicen que hacer las cosas que te producen miedo te hacen más feliz. De hecho, por eso, según La Interpretación de los sueños de Freud, por lo general, los sueños que dejan alguna sensación desagradable o, más bien, angustiosa, esconden un tinte sexual. ¿Y por qué hablo de sueños y miedos y felicidad?

Elene, podría pronunciar tu nombre siempre y no aburrirme nunca de saborear su fonética. Volviendo al punto, fui testigo del gran miedo con que acudiste a esta reciente cita. ¡No puedes decirme que no son maravillosas las cabañas Kikisai! Los árboles altos, gigantes; la esperanza y tranquilidad que emanan las hojas, la vegetación. Es simplemente volar con la pureza del aire, olvidándose de la vida para encontrar más vida. Es revivir el pasado que nunca dejó de ser presente.

Todavía recuerdo cómo empezó a surgir el brillo del sol en tu mirada cuando viste a Marilú. Y sé, como si lo hubiera vivido tan personal, como tú, la forma en que la sangre empezó a encontrar motivos para correr por las ramificaciones de tu cuerpo, saliendo del corazón que hasta ese momento te latía menos, y volviendo a tu corazón, que te hizo correr con los brazos abiertos.

Sí, sé que fue confuso. Hubo un momento en el que te llenaste de dudas y buscaste la lógica. Y entonces, te diste cuenta que Marilú estaba tan sorprendida como tú. Y sin embargo, como aquel era un lugar para olvidar y llenarse de memorias imborrables, todo pareció como antes cuando las dos decidieron entonar sus himnos de Freddy Mercury.

Fue Marilú la que empezó a bailar, cantando el I want to break free, y después de poco, te le uniste. Fue maravilloso cuando al terminar, ambas se deshicieron de sus abrigos y la canción siguiente fue I was born to love you. Marilú te besó. Fue un besó que paralizó el mundo. Yo lo sentí. Tu mente quedó en blanco. Luego, tu acariciaste sus hombros mientras ella ponía sus manos por tu cintura. Se miraron por un rato. Y lo que ocurrió a continuación sólo puede ser explicado por la misma experiencia de vivirlo.

La manera en que se despojaron de los camisas, las botas, los jeans, fue tan arrebatada y acelerada cual se me acumuló la sangre para explotar. Pero me contuve. Me detuve para recorrer las curvas del camino que conduce al... todavía no puedo llegar allí. Porque, luego sonaba Bohemian Rhapsody y la perfección quedó desnuda para pegarse como dos caracoles en el sensual acto amatorio.

Después de la realización de ese momento, recuerdo bien el pacto que hicieron.

Ojalá las cosas no se hubieran dado en estas circunstancias —dijiste tumbada al lado de Marilú.

—Siempre estuve esperando que dieras una señal, un paso —te respondió Marilú—. De todos modos ya pasó, y fue justo como lo imaginé.

—¡Qué loco!

Ambas se rieron. Pero, tu mirada se perdió en el techo y recordaste a tus hijos, a tu marido.

—¿Me ayudarás a encontrar a quien sea que esté detrás de esto? —le preguntaste a Marilú, ladeando la cabeza para verla a los ojos.

—No importa el color, ni la historia que nos haya manchado... —Marilú hizo una pausa y te acarició la mejilla derecha—. A todos nos espera el mismo final, ¿qué más podemos hacer que vivir, vivir ahora?

¿Recuerdas esas palabras, aquellas que se han dicho desde niñas como motto en honor a su amistad?

Sin más por decir por ahora, me hace feliz saber que el juego se ha puesto más interesante. Me pregunto si en algún momento pueda ser descubierto. Eso aviva la adrenalina.

Espero saber pronto de ti, Elene. Y por favor no olvides que lo sé todo, siempre lo sé. 


Suyo afectísimo,

con otra verdad,

más cerca.

Me persiguen mis secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora