Curiosidad

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Me confundo, dudo, desquicio mi mente

Sensaciones por el tiempo arrumbadas

Brotan con las caricias de la tinta

¿Mi esposo? ¿Quién eres realmente?


Me confundo, dudo, desquicio mi mente

¿Por qué respondo a tus fantochadas?

Que mi mundo completado desencinta

Descompones la carne durmiente


Hoy me arreglé esperando devotos

Caminé felina, arañé el asfalto

¡Ingenua!, se volverán sueños rotos


Hoy me arreglé esperando devotos

¿Quién serás? A Cualquier hombre exalto

Perdida en telaraña de boquirrotos.


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Bilbao 30 de Noviembre de 2021

Como quiera usted que se llame:

De tanto pensar en usted que usted me piensa tanto, he sentido curiosidad y he llegado a la conclusión de que alguien que describe con tan bellas palabras lo que en mí observa, merece una oportunidad.

Y sí, le confieso que dudo de mis actos, de mis pensamientos, dudo de usted, de sus intenciones reales. Largo he dudado en contestarle y dudo de si el mensaje de esta carta debe ser el apropiado para mi condición de casada. Pero, la curiosidad me puede y la curiosidad nos remueve tanto, que hasta a veces nos mata.

Espero que este no sea mi caso, no pretendo ser la "La mujer Rota" de Simone de Beauvoir ni una Anna Karenina de Tolstoi y terminar como el polvo de sus sonetos.

Le pienso y me pregunto qué ha visto en mí, en mi figura imperfecta, en mi belleza mediocre y no entiendo en absoluto su devoción. ¿Qué le ha llevado a este sentimiento tan profundo por alguien tan estándar e invisible y qué le ha movido a iniciar esta comunicación a pesar de la distancia?

La distancia. La distancia me genera más dudas. Jamás estuve en su país, no sé cuál puede ser el momento en que nos hayamos tratado y me haya podido conocer tanto cómo dice que lo hace. Bueno, reconozco que quizás, algo de sus cartas me indica que no somos tan desconocidos el uno del otro, pero claro, aquí juega con ventaja.

¿Ya ve? Consiguió que le tomara en serio y me he abierto a escucharle, a que me cuente cómo le gusta observarme y qué le provoco. Quiero ser consciente para que esos momentos sean sólo nuestros. Así que ahora es su turno. Déjeme entrar en su mundo y puede que, entonces, acepte su proposición sin titubeos.

Como le dije, siento curiosidad por un cobarde como usted.


Me despido,

sigo sin creer en palabras huecas

pero sí en creer en dar oportunidades

a quién, tal vez, las merezca.


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Así fue la respuesta. Curiosa. Comenta, vota y comparte, se agradece un montón. Pronto se publicará la siguiente carta. Pendiente. 

Me persiguen mis secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora