CAP, 08.

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Lèane Bleu.

No sé qué le pasa a mi cuerpo. Que es lo que siento.

Un halo negro me cubre entera. Eso me duele. Me hace sentir oscura.

Mis venas están gordas. Aunque no puedo ver. Hinchadas. Van a explotar. Voy a explotar porque un líquido negro nada por mis vías.

Mis párpados están cerrados y me encuentro en un sueño neutro.

¿Me desmayé?

¿Me fui?

¿La bomba me llevó?

¿Aquí está papá?

«Papi».

El sueño neutro es una invasión de memorias. Sin razón. Sin sentido. ¿Por qué? Aimée había quedado de lado. Stella sacó a Aimée. Me caigo al piso por la molestia y mis rodillas suenan contra el mármol.

Tienes que hacerlo, Lèane. Tienes que hacerlo.

¡Yo no quería! ¡Yo no quería! ¡Ella me obligaba!

Nadie me cree.

Nadie me quiere.

NoA los ojos. La miro a los ojos y su rostro se pone peor. Es una mujer fea y pierde todo el gusto cuando la molestia toma su ser. Presenciaré algo feo. Lo sé.

Aimée me agarra por las colas que me hizo la profesora y me levanta por el cabello.  No me quejo.  A ella no le gusta que me queje. Si me quejo me castiga. Los castigos de mamá son con cuchillos. Los castigos de mamá son mis pesadillas todos los días. Por mamá dejé de dormir. Por ella. La odio. La odio más de lo que amo a papá. Nunca he visto a papá, no sé si existe o se lo imagina ella. Philippe no es mi papá. Philippe me cae demasiado mal como para que sea mi papá, pero contra él aterrizo cuando mamá me suelta con inclinación, como si fuera una pelota.

¡Yo no quería!

Mi vida, ¿qué crees que haces?—Philippe ve bonito a Aimée, es como si fuera la más preciosa, como si no hiciera daño. Si Aimée dice que el mal está bien, él lo cree. Es horripilante.

Pero no quería. No quería. No quería. Juro que nunca quise. No era yo. Fue ella.

—¡Le demuestro el odio que le tengo! Todas mis idas a Paris han fallado y no se la he podido entregar al papá para que la controle.

Si, pero....

¿Esto es por papá?

Papá es mi héroe, eso dice Aimée. Yo no le creo nada a Aimée.

Pero nada, mi madre tiene un boleto para mañana viajar a la ciudad porque me quiere demandar. Lo escuché, amor. No puedo permitirlo—Aimée llora en el suelo como si alguien se hubiera muerto.

Era un invento. Loca. De los que necesitan estar internados.

Yo no quería.

No quería.

Tienen que creerme...

Siento mis lágrimas tan pesadas que paso a creer que es sangre. ¿Estoy dónde? ¿Por qué sangre? Me he portado bien.  Me recuesto en el suelo porque quiero calmarme, pero otro espasmo me corroe y entonces yo estoy en esa noche. La noche.

Nunca hablaremos de esto, pequeña—Philippe untó mis manos en un líquido que hizo que mi nariz se arrugara. Era feo. Nunca había olido algo así.

SIGILIO: Cadenas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora