Lèane Bleu.
Giacomo está loco. Giacomo perdió la cabeza en su totalidad y por alguna extraña razón, yo tengo que pagar las consecuencias de su poco razonamiento común y pérdida de lucidez.
El muy inconsciente entró a mi cuarto cuando estaba saliendo de ducharme, con dolor de cabeza y pastillas en mano para evitar no caer en la locura después de experimentar todas esas... sensaciones. Prontamente estaría tirando mi ropa por todos lados mientras gritaba que nos íbamos.
Los medicamentos que me ha ido suministrando Stella han funcionado pero él... acaba hasta con mi falsa lucidez, que no es más que creaciones. Hasta con eso. Hasta con una pantalla creada por la mamá, tiene ese nivel de idiotez y es tanta que solo quiero saltarle encima y matarlo, no debería de ser posible comportarse de esa manera que soporto tan poco.
—Basta. Lo digo en serio—Levanto mi dedo porque no me importa si es de mala educación señalar. Yo hago lo que me de la gana.
—Tenemos. Que. Salir.
—¿Por qué?—Nunca se estipuló esto. No entiendo nada de lo que está sucediendo, solamente estoy sentada en la cama, atrapando el paño que me enrolla el torso. Mientras, miro con cara de incógnita al que va vestido con una chaqueta gris, pantalones del mismo color y camisa blanca. Es lo más formal que lo veré jamás, eso seguro. La chaqueta oscura hace que los ojos le brillen y parezcan una combinación. Resaltan. Parecen ávidos de no sé, algo diferente los está llenando el día de hoy y eso puede a asustar a cualquiera que no sea yo, yo no le temo ni a la muerte.
—Porque yo lo haré. Hoy cumplen las gemelas, lo olvidé por completo y no te puedo dejar sola en la casa—Explica, exaltándose y mostrando sus venas gruesas—. Vístete.
—Puedo quedarme sola en la casa, Di Crescenzo, he vivido de esa manera por más de una década—Y más que un reclamo, es una realidad.
—Lo hacías con cien escoltas que despiadado Bleu amenazaba con degollar. Ya una bomba te llegó y no quiero lidiar con más mierda. La vestimenta es como para una discoteca, tienes cinco—Y se nota ansioso, esperando algo.
Giacomo no es una persona fácil de leer, pese a que siempre recalco que es un imbécil, fue criado por Lorenzo y sabe esconder bien sus emociones. Pero no sabe cómo conllevar el pánico y ahorita mismo, hay algo que lo está cagando.
Realmente mis opciones no son muchas. Ya se ha demostrado que Giacomo cuando se las pone se las pone. No necesito que se las ponga ahorita. Mi cabeza está molestando, lo que no suele ser una buena señal en ningún posible sentido porque significa que algo me está alterando y cuando algo me está alterando... yo simplemente deseo estar lo más apartada posible.
No me voy a maquillar, con el físico que tengo no lo necesito y no me va a desestresar con la presión del imbécil tocando la puerta con los nudillos. Solo decido escoger un vestido con tela satín color fuchsia y mis botas que me llegan hasta la pantorrilla Versace, el tacón haciéndome subir unos cuantos centímetros. Acerco una cadena que me regaló papá por mi cumpleaños número 15 y salgo.
Si a Giacomo le sorprendí o no, no se siente porque ni a detallarme se detiene. Sencillamente nos guiamos hacia dónde sea que se encuentra el carro, teniendo yo ni idea porque no salgo, y me monto de copiloto en uno negro. No me sorprende cuando rechina. Nada lo hace, más que el olor extraño que está en cada esquina.
Sangre.
Está impregnada en el ambiente, clavada en cada cocida del asiento y tapada con una presunta vainilla que lo que logra es lo mismo a la mayoría de los seres humanos en mí. Nada.
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SIGILIO: Cadenas.
ActionEl nacimiento de Giacomo fue un suceso internacional. El de Lèane una tragedia. A los dos años de ambos, a él se le estaba presentando ante el mundo porque sería el próximo encargado de la mafia siciliana. Ella estaba siendo torturada por su madre...