Giacomo Di Crescenzo.—Hola—Fue mi simple respuesta, mirando a Lèane como si fuera algo extraña. La belleza de ella debe de ser una anomalía a experimentar. No es posible que sus rasgos físicos se compensen tan bien, que no haya nada que dañe su armonía corporal. Sus ojos por genética del papá brillan pese al tenue espacio, su piel canela se ve como la seda y nunca lleva demasiada ropa, por lo que deja a la vista todo de ella.
¿Lo peor? Por más de que adore apreciarla y me gustaría llevarlo más lejos, hay algo que me lo impide y es el dolor que me provoca verla, desearla, porque se va a morir.
Llevo semanas tratando de luchar contra una mafia que en teoría no ha sido descubierta y que de a poco me han ido jodiendo la vida, sé muy bien que ella es la finalidad y por más mierda que me considere, siento que nada es suficiente. En una llamada que me hicieron para volarme la cabeza y llevarme a la conclusión de que Dante era quien me estaba traicionando, que fue quien comunicó había asesinado a Carlo, noté el particular acento francés. Tuve que volar a Mónaco para encontrarme con una realidad muy distinta a la que según yo esperaba hallaría, pues ahora los que en algún momento fueron los más temidos del mundo negro, son unos padres y la enferma que puso a todos los mafiosos a tragarse sus pecados, anda por la vida como si no fuera más que una esposa que adora a su único hijo. Extraño. Thimothée, por el contrario, está demasiado dañado y aunque lo que está haciendo es una muestra de amor hacia su hija, sé que no es suficiente para él, pues me enteraría ha incluso llegado a ser contratado como sicario y es que si, viven en la alta sociedad europea que no es más que una pantalla en ocasiones. Algunos empresarios necesitan de salirse de problemas reales y él los efectúa de manera limpia mientras mantiene la fachada de ser solo el dueño de una marca de cigarros. Thimothée está totalmente echado a perder, necesita asesinar para sentirse vivo y sé que aunque se desconectó, sigue conociendo como funciona todo por estos lados. Fui a Mónaco fingiendo tener alguna idea de retomar una mafia y haciéndolo creer que me interesaba la francesa porque él había tenido mucho éxito.
—No lo sé, Giacomo. La única que me podía medio llevar el juego eran Les Aigles, llevada por los Marchand, quienes en su momento secuestraron a Suzanne—Thimothée Bleu es una persona que sabe controlar sus sentimientos de buena manera, conoce que hacer para que sus emociones no lo dominen y el hecho de que conozca tan bien su anatomía, hace que por mas de que lo último le haya traído seguro que un pésimo recuerdo, su semblante es tranquilo y no hay pupilas más grandes o alguna señal de trauma. Por eso, siempre he admirado a este tipo y es que hay que tener bolas de las verdaderas para aguantar tanto.
—¿Y qué con ellos? ¿Hay chance de yo poder tomarlos?—Me atreví a hablarle lo que no es fácil, el francés impone demasiado respeto y por más de que llevara a Thelonius dormido en brazos, no dejaba de lucir temible para mí. Podrá estar muerto para muchos pero con una llamada se podía traer a todo abajo.
—Eran una banda bastante respetable que trazó algunas delimitaciones con Gabriele y Anarella después de que se reventaran entre ellos. Fue después del secuestro de Calena donde los Bleu decidieron que lo mejor era marcar paz—Empezó a contarme al notar mi interés—. Todo delito inferior era de ellos, todo lo que sería el mundo bajo, pequeños robos y esas cosas les pertenecía. Cualquier acto ilícito que sumara el monto de cinco mil euros, entonces era del mundo de arriba que eran los Bleu. Ni Anarella ni Gabriele entraban a sus posos o barrios, ni ellos a grandes residencias y todo estaba bien.
—¿Pero? Eso suena como el trato que hacen todas las ciudades o islas. Me disculpas, pero algo parecido tiene mi padre, solo que con armas. Mientras...—Él lo sabe, no hay nada dentro del mundo negro que él no sepa, de hecho. Thimothée es tan inteligente que fue el único que con solo mirar entrar a Suzanne a un restaurante, supo todo lo que su vida conllevaría, el poder de unir sangre, la convenció e hizo su mujer, mientras que los otros solo tenían en mente que por no ser un hombre, por más apellido que tuviera no servía para nada. Utilizó la distracción y quejas de todos para convertirse en los más buscados, poderosos y envidiados por la supremacía. No hay enemigo que hayan dejado vivo, demostrando así que quien gobierna la vida es el que se queda y ellos por más escondidos que estén, se quedaron.
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SIGILIO: Cadenas.
ActionEl nacimiento de Giacomo fue un suceso internacional. El de Lèane una tragedia. A los dos años de ambos, a él se le estaba presentando ante el mundo porque sería el próximo encargado de la mafia siciliana. Ella estaba siendo torturada por su madre...