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Su madre de Tadashi estaba en la parte de la cocina ordenando las cosas para poder llamar a los niños hasta que empezó a oler un aroma algo particular, era parecido al de ella, en su mente paso que había llegado el primer celo de su hijo y tenía más miedo porque Tsukishima era Alpha por lo que le había comentado su hijo y podría pasar algo malo.
En eso mismo instante salió corriendo recordando su adolescencia, no quería que su hijo pasará los mismo y lo tuviera que recordar hasta la muerte.
Al llegar se encontró al moreno recostado en su cama con un rubio mirándolo con ojos de un depredador, sacó del cajón del pecoso un supresor de celo para poder usarlo en él y sacar a Tsukishima de ahí.
Se acercó poco a poco a Yamaguchi viendo que temblaba y gemía del calor que provocaba su cuerpo— Lo siento hijo, te va a doler un poco—inyectó el supresor en su pierna y tomo a Tsukishima de la mano para poder sacarlo.
—Tsukishima reacciona—seguía en un trance Kei mientras su Alpha interior quería estar con el Omega—. Tendré que llamar a tus padres, quédate aqui.
Por más que le diríjia la palabra al rubio este no reaccionaba, estaba pensando en ese aroma tan tranquilizante y delicioso, nunca había estado presente de esos sentimientos.
La madre del pecoso decidió correr hacia el teléfono de casa sacando la hoja que le entregó el rubio, marcando con un poco de temblor en sus dedos los dígitos del teléfono de la familia Tsukishima, al terminar de marcar los números, sonó dos veces la llamada y una señora respondió.
—Buenas tardes, ¿Quien habla?
—Bu-buenas tardes señora, disculpe ¿Usted es la madre de Tsukishima Kei?
—Así es, ¿Por qué?—escuchó a la mujer entrecortarse y un dolor en su estómago se hizo presente al escuchar el nombre de su pequeño— ¡¡¿Quien habla?!!
—Disculpe no dije mi nombre, pero soy la señora Yamaguchi, la madre de Yamaguchi Tadashi el amigo de su hijo, quería preguntarle si podría venir por él a mi casa, él vino con la intención de invitar a mi hijo a su casa pero justamente Tadashi presento su primer celo, por suerte me di cuenta y no pasó nada.
—Esta bien señora iré corriendo a por él, ¿Me podría pasar su dirección?—preocupada aventó lo que tenía en mano y agarró un suéter delgado saliendo inmediatamente de su casa.
—Claro es...
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Pocos minutos después llegó una señora rubia mucho más alta que la madre de Yamaguchi preguntando por su pequeño hijo, permitió el paso de la madre a el hogar y por desgracia su hijo seguía en un trance.
