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—Listo Yamaguchi —bajaba las escaleras de la casa—. ¿Qué quieres ver?
—B-Buenop-podríamos ver algún anime —estaba completamente nervioso.
—¿Cuál en específico? —llego a la sala.
—La verdad no sé —se cubrió el rostro con un cojín—. ¿Tu estás viendo uno ahora?
—Creó que sí —tomó el control remoto encendiendo el televisor—. Debería de ser Death Note o algo por el estilo.
—Ese anime tiene demasiadas veces que lo has visto —rio por lo bajo el moreno.
—Es el anime que me hizo adentrarme en esto, así que se lo merece —se sentó a un lado de Tadashi—. ¿No te importa?
—Nop, para nada —se empezó a tensar.
—No te pongas nervioso Yamaguchi, no es como si te hiciera algo —se metió a su sesión de Netflix y volteó a ver al moreno, encontrándose con una escena única. Él lo estaba mirando con unos ojos brillosos junto con su rostro y orejas completamente rojas. Nunca había visto de tal manera al pequeño.
—Lo siento Tsukki —su mirada fue hacia el frente—. No era mi intención —su sonrojo todavía no bajaba.
—No tienes que disculparte por algo así —le acarició el cabello—. Vamos a ver tranquilos la serie y en un rato nos ponemos a hacer los antojos.
—Está bien Tsukki— su tensión empezó a bajar.
Pasaron unas horas, todo era risa o pequeñas discusiones por saber a cual team pertenecían. Pero llegó el tiempo de parar de ver la serie, faltaba media hora para que por fin ocurriera la lluvia de estrellas.
—Creo que es hora de ponernos a hacer los aperitivos Tsukki —se paró del sillón donde se encontraban.
—Pero ya se ponía lo bueno —imitó la acción del pecoso—. Te ayudaré a hacerlos.
—¿Sabes que podemos hacer? —puso su mano en la cintura.
—No lo sé, quien prepara la comida es mi mamá —se fue acercando a la cocina—. Así que no se que hay, pero vamos a probar algo —volteó a ver al pecoso que venía tras él.
—Podemos hacer lo siguiente —se recargó en el marco de la puerta—. Veo que hay algunas fresas y uvas en la mesa, así que podríamos partirlas y podemos pedir una pizza —caminó hacia el rubio—. ¿Qué piensas?
