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—Con que ya llegaron, pasen a cenar.
—Gracias mamá, pasa Tsukki —le entregó unas pantuflas para que cambiará sus zapatos.
—Gracias Yamaguchi—las tomó entre sus manos y se las coloco—. Con permiso—emprendió camino hacia la sala.
—Pasa hijo, tanto tiempo sin verte, ya has de estar más grande—en ese mismo instante el rubio apareció en el marco de la puerta dejando asombrada a la señora y viendo lo guapo que se había puesto—. Pero mírate, estás hermoso, has crecido demasiado. Ven para acá—se quitó el mandil para poder abrazarlo.
—Buenas noches tía—lo recibió un cálido abrazo que fue correspondido por el rubio.
—Hace tanto que no nos veíamos —se separó un poco del ojiavellana—. Ya hice la cena, de mientras ve a dejar al cuarto de Tadashi tus cosas.
—Muchas gracias tía, con permiso—dio una pequeña reverencia para salir al pasillo donde se encontraba el pecoso.
—JAJAJAJAJA, nunca en mi vida te había visto se de nervioso —se limpio una lágrima que recorrían su cachete.
—No te burles Yamaguchi—un color carmesí apareció en el rostro del más alto.
—Lo siento JAJAJA, pero vamos a mi cuarto—subió las escaleras para poder ver las dos habitaciones de la casa.
—¿Hace cuánto se mudaron Yamaguchi?—llegó al primer piso de la casa.
—Hace una semana, sino mal recuerdo. Gracias a ese tiempo pudimos acomodar todo antes de que entrara a la escuela —habían llegado a su cuarto abriéndolo de inmediato y permitiéndole pasar al de lentes.
—Si que cambiaron tus gustos y por fin ya tienes más ordenado tu cuarto— miró hacia todos lados.
—Tú de verdad—una vergüenza inundó el cuerpo del Omega—.Siéntate dónde quieras.
—Muchas gracias— dejó su bolso en el escritorio del pecoso y fue en dirección a su cama—.¡¡Oh!! cierto, te lo iba a pedir en la mañana pero me olvidé.
