¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Estaban en vacaciones de invierno así que decidieron planear una pijamada. Pensaban hacerla en la casa del rubio ya que su mamá no se encontraba en ella.
Así que Tsukishima fue a la casa del moreno para pedir permiso a su madre.
Llegando a la puerta principal de la familia Yamaguchi tocó el timbre, enseguida Tadashi apareció abriéndole la puerta.
—Buenos días Tsukki —le dejo pasar—. Ahí están tus pantuflas.
—Buenos días, gracias —se las coloco e ingreso al hogar.
—Llegaste temprano Kei —la madre del Omega se encontraba en la cocina, preparando el desayuno—. Siéntate a desayunar.
—Buenos días tía, gracias —se acercó dónde se encontraban los platos y tomo algunos—. Le ayudaré a preparar la mesa.
—Que amable eres, muchas gracias —siguió preparando el desayuno que eran waffles, fruta y café.
El moreno observaba todo desde el marco de la puerta, notaba que cada vez el rubio perdía los nervios al estar con su madre.
Simplemente la vida era perfecta y ahora que podían salir a diversos lados sin importar algo. Por suerte sus madres se tenían mucha confianza hasta iban a desayunar juntas.
—Ya está el desayuno, ven a sentarte Tadashi —colocó todos los comestibles.
—Voy mamá, gracias por la comida —se sentó a un lado del rubio.
—Gracias por la comida tía —agarró algo de la comida.
—No hay de que, me gusta cuando vienes a casa —acarició las manos del rubio.
—Es gracias a que usted me deja venir aquí—puso su mano encima de la mano de la morena.
[🦖🍓]
Al término del desayuno el rubio ayudó a lavar los trastes, a decir verdad en su casa le molestaba hacerlo pero aquí era muy diferente se sentía cómodo haciéndolo.
Pero era hora de pedir permiso para que dejarán al moreno ir a su casa, sabía que lo lograría ya que le tenía una buena relación con Hikari y le daba buena espina.
—Tía —se giró para verla—. Quiero decirle algo.
—Dime hijo, ¿Qué pasa? —abrió una silla para que se sentará a su lado.
—Bueno quería ver si podía dejar ir a mi casa a Tadashi —dijo mientras se sentaba en la silla.
—Claro que lo dejo ir, no hay ningún problema —acarició la espalda del mayor.
