Por el santo cerdo de los cielos. En ese preciso momento quería desaparecer. Faltaban 6 horas para irse y desaparecer de la vida de su mejor amigo, por quién sabrá cuanto. Los nervios la estaban comiendo. Diablos. Su padre no estaba en casa, estaba haciendo unos trámites así que fue el momento indicado para salir corriendo e ir a ver a Gus.
— Dios quiera que no me atropellen. — En ese preciso instante cerró la puerta con llave y corrió como nunca hacia la casa de Gustavo, sabía el camino de memoria. Corrió como una loca hasta que hizo una pausa, su corazón latía a 100 por minuto. Luego de una corta pausa siguió una cuadra más hasta que aquella puerta apareció en frente suyo, golpeó suavemente la puerta y unos segundos luego la puerta se abrió dejando ver a Lilian.
— ¡Corazón! ¿Cómo estás? — Lili la saludó con un beso y un abrazo. Ella siempre fue la madre que nunca pudo tener.
— Todo bien, ¿y vos Lili? — Sonrió y entró gracias al gesto que Lili hizo para que entrará.
— ¿Querés agua, té, café? Gustavo llega en un rato, salió con el padre. — Lilian se sentó en frente de ella y la miró con dulzura.
— Un té está bien, muchas gracias. — Lilian sonrió y fue a hacer el té para ambas. Rato después volvió con las tácitas.
— Vos en unas horas te vas, ¿no querida? — Lou asintió, algo triste.
— Pero dale nena, seguro la vas a pasar bien, si vas a un país precioso. — Trató de animar un poco a la pequeña. Ella solo sonrió con algo de tristeza.
— Pero sabe... los voy a extrañar mucho, tanto como a usted cómo a su hijo. De verdad, son como la familia que nunca tuve. Y alejarme es un poco doloroso. — Admitió con un alargado suspiró al final, mirando su taza de té.
— Ay querida... me imagino. Pero quizás no te vas por tanto tiempo, mirale el lado positivo. Gus también te va a extrañar, créeme, ustedes dos son muy unidos y ya sos parte de su ser. — Le pareció algo muy lindo el hecho de que la considerará algo tal especial. Sonrió con felicidad y oyó la puerta abrirse.
— Hablando del rey de Roma, mire quién apareció. — Lou habló con una felicidad descomunal, viendo la cara de Gustavo al verla ahí.
— ¡LOU! — El chico corrió a abrazarla, emocionado de poder verla en sus horas restantes en el país.
— Gus... te extrañé mucho. ¿Dónde estabas? — Contenía ciertas lágrimas. No quería irse, simplemente no podía.
— Estaba con mi viejo comprando algunas cosas, pensé que no te iba a ver. — El chico notó las suaves lágrimas de la chica resbalando por su mejilla. — Má, pá, vamos a subir a mi habitación, ¿ok? — Los mayores asintieron y la agarró rápidamente de la mano y la subió a arrastradas. Apenas cerró la puerta la abrazó tan fuerte como pudo y se le cristalizaron los ojos.
— Gus... te voy a extrañar tanto... — Finalmente rompió en llanto, tratando de tranquilizarse oliendo el suave perfume de su amigo, pero eso le hizo peor, quería quedarse ahí para siempre.
— Yo igual Lou, yo igual. ¡Ya sé! Te podés llevar algo de recuerdo. — Se separó del abrazo y buscó en su ropa, y sacó una camiseta muy grande que incluso le quedaba grande a él. Se la dió y sonrió. — Quiero que la uses cada vez que me extrañes, ¿sí? — La chica sonrió feliz, y le dio un gran abrazo. Se quedaron tirados en el piso escuchando música y hablando por horas, hasta que la madre de Gustavo abrió la puerta y en un tono algo triste dijo
— Lourdes, querida, tu padre vino a buscarte... — Lourdes miró a Gustavo, y Gustavo a Lourdes, ambos se levantaron con la mirada fría sin decir absolutamente nada, bajaron y de encontraron al padre de Lou con todas las maletas hablando con el Sr. Cerati.
— Hija, es tiempo de irnos. — La chica miró a su amigo, lo abrazó con todo el amor del mundo y susurro unas suaves palabras a su oído.
— Recordá cada día que pasaste conmigo desde el día que nos conocimos hasta hoy, imagina nuevos, imaginate nuestro último día en la tierra juntos. Te quiero, Gus, prometo volver a encontrarte. — Ambos casi rompen en llanto, pero se limitaron a sonreír y besar sus mejillas, sintiendo su corazón romperse junto con el tacto de sus manos. Se despidieron sus padres, se cerró la puerta y en ese momento Gustavo supo que en algún momento la volvería a encontrar, en algún momento la volvería a tener a su lado.
Lou, por su lado se fue derramando lágrimas cargando sus maletas, en las cuales estaba guardada aquella camiseta de recuerdo que le había dado. Estaba adolorida, el único y verdadero amigo que tenía iba a estar muy lejos de ella para lo cerca que estaban habitualmente. Una mirada de él fue suficiente para al menos irse algo tranquila, esa mirada que decía "Podés irte tranquila, te esperaré y buscaré, lo prometo". No podía evitar llorar al pensar eso de todos modos. Ya estaba en el aeropuerto cuando salió de su mundo, y se dio cuenta que faltaban menos de dos horas para tomar el avión. Oh, cielos, ¿estaba lista? Definitivamente no. ¿Tenía otra opción? No. ¿Había una parte positiva? Sí, podría descubrir un nuevo mundo, otro lugar, algo nuevo que descubir. Iba junto a su padre haciendo las cosas de las maletas, todo eso pasó en un segundo por lo pérdida que estaba en ese infinito espacio llamado mente. Ya era tiempo de abordar, y sólo tenía ganas de correr y quedarse despierta toda la noche con Gus escuchando música hasta que les sangren los oídos. Quería ir con él.
Desaparecí gente, ya sé, pero la escuela apenas y me ha dado tiempo para respirar JAJSKAJS. Bueno, gracias por leer y hasta el próximo capítulo. <3
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adiós ; gustavo cerati
FanfictionNo te confundas, no sirve el rencor. Son espasmos después del adiós.