Una sonrisa de emoción se manifestó en la cara de la chica. Sus gestos hablaban, pero él prefirió esperar palabras. La chica se quedó unos momentos procesando el como el chico del que estuvo años enamorada, le pidiera tal cosa. La respuesta era un obvio sí, pero le costaba asimilarlo.
— Dios... ¡Sí, sí! — se lanzó a abrazarlo con cariño, sus lenguajes corporales se decían palabras de amor entre sí, ella olió su aroma, acarició su pelo, y miró sus ojos, esa ventana del alma que dice más que mil palabras y los dos vieron emoción, amor, cariño; nada existía a su alrededor.
— Años sin vernos, y quizás fue una propuesta apresurada, pero me encanta la idea de conocer cualquier cosa que haya cambiado en vos sabiendo que de todos modos, ya sos mi novia. Tenía muchas ansias, la verdad. No podría esperar. — Ella rió entendiendo lo que quiso decir.
— Mis órganos dieron un giro de 360°. — Mencionó tocando su estómago con los ojos como platos.
— Imagínate yo, en vez de 360°, 720°. — Rieron al mismo tiempo.
— Juraba que ibas a decir otro número, soy malísima en matemáticas. —
— Yo igual eh, mira que salvé matemáticas porque Dios me amparó. — La chica estalló en risa.
— Voy a amar estas conversaciones... — Dijo con una sonrisa sincera.
— Yo he imaginado muchas conversaciones así. — Por más que el romanticismo no era su cosa, ella se propuso demostrarle su lado más cursi y amoroso. Todo pasó muy rápido, ¿pero a quién le importaba? Solo quería estar con él. Sus sentimientos más empalagosos salían a flote cuando se trataba de él. Podría jurar que había pasado absolutamente toda su vida con él aunque hubo unos años de ausencia.
Luego de unas charlas y risas, el chico abandonó la casa vecina para retirarse a la suya. La chica subió a su habitación, se duchó y se cambió a un pijama cómodo. Se tiró en su cama y abrazó una almohada, empezando a chillar de felicidad.
— Nunca te vi así, ¿qué tanto pasó con el pibe? — Preguntó su padre, el cual estaba apoyado en el marco de la puerta mirando a su hija.
— Soy su novia, papá. ¡Me lo pidió! — Chilló una vez más, para sentarse aún abrazando la almohada. Su padre se sentó a su lado.
— Que tenga ojito contigo eh. — Amenazó con gracia.
— Tranquilo, no podría hacerme nada. — Sonrió levemente.
—Me recuerdan a tu madre y a mí de jóvenes. La manera en la que te mira, era justo la manera en la que yo la miraba. — Ella jamás había escuchado la historia de sus padres, y ciertamente, sabía cuán enamorado estaba su padre de su difunta esposa.
— ¿Cómo se conocieron mamá y vos? — Preguntó, esperando una historia alocada de adolescentes.
— La conocí por nuestros padres. Se juntaron para comer y nos llevaron, teníamos 14 años. Luego, al otro día nos dimos cuenta que íbamos a la misma secundaria, en la misma clase, pero yo jamás la había notado. Desde ese día, empezamos a hablar, a juntarnos e incluso a salir juntos. Luego de unos 6 meses saliendo sin ser nada, le pregunté si podía y quería ser mi novia. De ahí en adelante hicimos todo juntos, éramos inseparables. Una vez terminamos la facultad, le pedí matrimonio. — La chica escuchaba maravillada, el amor se notaba en los ojos del mayor. — Y nos casamos un 19 de octubre de 1955. —
— Y yo nací en 1959... Entonces, tenían cuatro años de casados cuando yo nací. Y cuando mamá falleció, tenían... ¡Tenían 10 años de casados! — El mayor sonrió.
— Fueron los 10 años más felices de mi vida, y mis años siguen siendo felices contigo acá. Sos su viva imagen. — El padre la abrazó y ella correspondió. — Te quiero, hija. —
— Yo también te quiero, pa. — Se separaron del abrazo y el mayor se retiró a su habitación.
La chica llamó a su mejor amiga, le contó todo lo que se había perdido. Luego, agarró un cuaderno y empezó a dibujar, y sin darse cuenta terminó dibujando a Gus. Contempló su creación, y luego arrancó la hoja para pegarla en la pared. Ya era de noche, pero no pensaba dormir. Se posó en su ventana, para ver si podía ver algo de Gustavo en su ventana, y para su sorpresa lo vio cambiándose. A punto de estallar de la risa, cerró la persiana y carcajeo al ver tan incómoda escena. ¿Quién no cerraba la persiana para cambiarse? Ahora que lo pensaba, prefería dormir. Se acomodó en su cama aún riendo por la situación, y cuando paró, luego de un rato pudo conciliar el sueño.
Escuchó la puerta de su habitación abrirse. Al ser algo ruidosa, miró qué o quién podría ser. Vio una figura alta, mirándola desde ahí. La figura entró, cerró la puerta y prendió la luz. ¿Gustavo?
— ¿Y vos qué carpincho haces acá? Son las dos de la mañana loco, déjame dormir. — Murmuró algo dormida. El chico no respondió, y se acurrucó entre las sábanas a su lado. — ¿Cómo entraste? — Preguntó confundida.
— Por la ventanilla de la cocina, cierren bien eso por favor. — Pronunció, para luego poner sus brazos al rededor de la cintura de la chica y su cabeza en el cuello de la misma. Ella solo observaba los movimientos en silencio, totalmente avergonzada, roja como un tomate.
— Buenas noches, Gus. —
— Buenas noches, Lou. — Y los dos cayeron profundamente dormidos, juntos.
;; Desarrollo de pj del padre, cmo ven esa eh? Y nada, divinos los tórtolos, deaw. Ojalá wattpad me deje publicar esta cagada porq si no cancelo todo lrpm.
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adiós ; gustavo cerati
Fiksi PenggemarNo te confundas, no sirve el rencor. Son espasmos después del adiós.