— ¿Lou? —
— ¿Gus? —
Se reconocieron al instante. Ambos miraban intensamente al otro, reconociendo sus ojos. Los ojos de la chica tenían un brillo suave que sabía reconocer a kilómetros. Él tenía un color que ella reconocía de donde sea. Era un silencio cómodo, solo se miraban deseando cercanía en forma de abrazo, pero nadie dió el primer paso hasta que ella agarró el pastel, lo colocó en la mesa más cercana y se tiró a él, rodeándolo con sus brazos, él al instante sonrió de oreja a oreja devolviéndole el abrazo.
— Te extrañé con locura... — Sollozó, al borde de las lágrimas.
— Yo también, no te imaginas cuánto. Quién diría que serías mi vecina ahora. — Rieron, se soltaron del abrazo pero seguían pegados. Le limpió las pocas lágrimas de felicidad que habían salido y entraron. Hablaron contando de su vida en los últimos años.
— Yo ahora tengo una banda con el concepto de rock, y en poco sacamos nuestro primer álbum. — Dijo con una sonrisa mirándola, no podía parar de hacerlo.
— ¡Qué bien! Me gustaría escuchar los temas, siempre supe que ibas a terminar relacionado a la música. — Ella sonrió, algo sonrojada por la constante mirada del contrario. Antes de que pudieran articular otra palabra, el padre de la chica, Mario, entró a la sala. Vio a Gus y lo saludó, antes de retirarse le dio una mirada fulminante.
— Me cuidas a la nena. — Amenazó.
— Su hija no puede estar en mejores manos, señor. — Dijo, pareciendo muy serio sobre lo dicho.
El hombre mayor asintió y se retiró, a lo que la chica estalló en risa.
— Nunca lo escuché decir algo así. — Dijo entre risas.
— ¿Nunca? — Dijo algo contagiado por las risas de la contraria.
— No, jamás me ha visto con un chico. —
— Ah bueno, ¿sin experiencia? — Se burló.
—Tengo más de la que podés imaginar. — Se acercó peligrosamente a su rostro.
— ¿Ah, sí? — Él se acercó aún más, poniendo a la chica nerviosa.
—En fin... vamos a... eh... ¿caminar? — Cambió de tema mirando a otro lado.
— Vamos. — Dijo negando con la cabeza entre risas debido a la reacción de la chica. Esta misma pareció acordarse de algo y le pegó un mordisco al pastel, le agarró la mano al chico y fueron a caminar por la zona.
— Vení, te voy a llevar a la plaza. ¿Te acordás de ese lugar? — Preguntó él, haciendo que a la chica se le iluminarán los ojos, luego asintió y le agarró la mano, llegando en menos de 5 minutos. Se sentaron en la hamaca a seguir hablando.
— Sabes, quería hablar contigo sobre la carta que me mandaste "revelando" tu identidad. — Dijo haciendo las comillas con los dedos.
— Ya sabía yo... — Susurró algo intranquila.
— Lou, si yo te soy honesto... que te puedo decir, me generas miles de emociones tan bonitas que solamente puedo decir que sí, estoy enamorado de vos. — Sus palabras la emocionaron. Se sonrojó, mientras una sonrisa aparecía en su cara.
— Gus... yo, yo también lo estoy. Estoy más que enamorada de vos, y hace años lo estoy. Hace años no puedo pensar en algo que no seas vos, me traes tan mal que si me pongo a caminar pensando en vos me podría atropellar alguien y seguiría enfocada en vos — Ambos rieron. — Y no puedo, simplemente no puedo pensar en algo que no sean tus labios junto con los míos, así que si no te importa...
— Se paró frente a él y agarró su cara entre sus manos, posando sus labios en los suyos. Sus labios se movían, era un beso suave y lento. Eran solo ella y él, él y ella. Solo ellos expresando su amor a través de ese beso.— Woah... — Dijo el chico al separarse del beso. — No besas nada mal, linda. — Ella rió, y lo miró a los ojos, viendo sus pupilas dilatadas y sus ojos llenos de amor.
— Sé que todavía ni siquiera somos novios, pero en todos estos años me di cuenta que quiero pasar el resto de mi vida contigo. — Sonrió dulcemente para implantarle un beso en la nariz, para luego ponerse atrás de él y empezar a empujarlo para hamacarlo. Él reía mientras ella lo veía reírse como un niño, se quedó mirando su sonrisa mientras se la contagiaba, a millas se veía el puro y lindo amor que tenían. De un salto salió de la hamaca y la agarró por la cintura, alzándola en el aire, haciéndola sentirse como una niña pequeña.
— Gus, ya deberíamos volver. — Dijo entre risas mientras él la cargaba como princesa.
— Muy bien, a volver a casa, que me muero por pasar más tiempo contigo. — Dijo Gus, mientras la chica sonreía y se quedaba completamente en silencio. — ¿Pasa algo? —
— No sé si hemos cambiado... porque si lo hicimos, muero por conocerte, otra vez. — Hicieron contacto visual, en el cuál se podía ver el brillo amoroso en los ojos de cada uno. Le dio un beso en la frente y rió.
— No creo haber cambiado mucho. Solo crecimos preciosa, eso es todo. Me siguen gustando las mismas bandas, la misma música, y me seguís gustando vos. — Pronunció seguido de un guiño que la hizo sonreír tímidamente. ¿Cómo podía ser así de lindo y perfecto? Se preguntaba. En un abrir y cerrar de ojos habían llegado, por lo que entraron a la casa de la chica y fueron a su habitación, sin otra intención que amarse y actualizarse sobre todo en su vida, jugaban con besos en las mejillas, la nariz, la frente y el mentón. Se escuchaban hablar con interés, reían y preguntaban indagando en las cosas que el otro les contaba.
— ¿Bailamos? — Preguntó la chica.
— Como no, hermosa dama. — Colocó su mano en su espalda baja, mientras con la otra mano le agarraba la suya delicadamente. Empezaron a bailar riendo de lo ridículos que se podrían ver, pero en realidad no les importaba, simplemente disfrutaban el momento y agradecian el haberse reencontrado. Él era su todo, ella era su musa. Por un momento pararon y se miraron, se dieron un corto beso para seguir bailando hasta que él se arrodilló.
— Aunque de esta manera se pide matrimonio, Lourdes Morena Salinas, me hipnotizaste desde ese 5 de agosto. Siempre vas a ser mi única y especial chica. ¿Me permitirías el honor de ser tu novio y el dueño de tu corazón? —

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adiós ; gustavo cerati
FanfictionNo te confundas, no sirve el rencor. Son espasmos después del adiós.