XII

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Colocó un poco de lubricante en su mano derecha y comenzó a jugar con él, como si aquel espeso liquido fuera otra cosa. Cada movimiento de sus manos, al igual que su voz, eran tan seductores y provocativos. Con lentitud, acomodó su cuerpo de tal manera que todo fuera visible, para despues llevar su diestra a su trasero separando sus nalgas. Con movimientos suaves de su dedo índice comenzó a estimular su ano. Una vez que obtuvo la suficiente seguridad, introdujo el primer dedo en su interior.

―Ah...

La sensación era ya muy conocida para él, pero no podía evitar reaccionar. Pasados algunos segundos de haber empezado a jugar con su trasero, insertó un segundo dedo, simulando embestidas. Se vio tentado a aumuentar la velocidad de sus movimientos, realmente sentía que sus dedos no eran suficientes. Un tercer dedo fue agregado y un gemido se escapó de sus labios. Los movimientos cada vez más violentos demostraban una urgente necesidad en él. Se mordía el labio provocativamente sin que ese fuese su propósito, haciendo que su apariencia fuese aún más libidinosa; el rubor de sus mejillas que le añadía un toque de adorabilidad y la lujuria expresada en su mirar contrastaban encantadoramente. Acabada su labor de lubricar y preparar su interior, tomó el consolador con ventosa que había dejado a su izquierda y lo colocó erguido a solo unos centímetros frente suyo. El tan esperado momento al fin había llegado. Con sumo cuidado alineó sus caderas y lentamente comenzó a bajarlas, permitiéndose ser penetrado por el consolador.

―Mmm... Ah...

El sentir su culo ser invadido era una sensación increíble para Izuku. En estos casos, la impaciencia era su debilidad. Sin esperar mucho tiempo, comenzó a moverse. El placer comenzaba a aumentar haciéndole desear por más. Usó sus manos para estimular su pene, provocando más sonidos morbosos. El subir y bajar de sus caderas era casi hipnótico al igual que los movimientos de su diestra. Ninguna palabra podía ser articulada por sus labios pues la sensación de ser llenado lo estaba enloqueciendo. En algún momento el consolador había tocado su próstata haciéndolo retorcerse y soltar un pequeño grito al mismo tiempo que se corría en su mano derecha. Sus piernas no resistieron más y terminaron cediendo, afortunadamente, logro estabilizarse con su mano libre.

—Que vergonzoso...

El vaivén de sus caderas era cada vez más errático y violento. Los espasmos le dificultaban continuar con su labor, anunciando que estaba próximo al clímax. Apresuró los movimientos de su mano sobre su miembro y sus caderas al mismo consiguiendo llegar al orgasmo.

Aún con la respiración agitada y las mejillas coloradas, se despidió de los espectadores que le veían a través de sus pantallas.

La transmisión ya había finalizado y estaba esperando a que Midoriya se presentará a su oficina

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La transmisión ya había finalizado y estaba esperando a que Midoriya se presentará a su oficina.

—Agh —se quejó con molestia.

Luces, cámara y... ¿SEXO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora